“Es una mezcla entre el Michael Jackson de Thriller, Peter Pan, un gitano que te lee el futuro, Dennis Rodman y Nietzsche” así definió el futbolista y formador Peter Vagenas a nuestro querido Abel Xavier cuando coincidió con el portugués en su aventura en Los Ángeles Galaxy.
Nada más llegar a la Liga (verano del 96) y presentarse en el Carlos Tartiere con la zamarra del Real Oviedo ya dejó a muchos impresionados con su aspecto de jugador caro. Con una melena negra que descendía más allá de los hombros llegaba a Asturias después de un fracasado paso por el Bari italiano. Antes, había destacado como zaguero en el Estrella Amadora y en el Benfica, donde se convirtió en una de las mayores promesas del fútbol luso desde el carril derecho o como defensa central. Se mostraba intenso en defensa, tenía mucho recorrido, y era uno de esos laterales correcaminos que se adueñan de la banda y desquician a los rivales.
Cumplió en el Real Oviedo, y tuvo una trayectoria ascendente que le llevó a jugar en PSV Eindhoven, Everton, Liverpool, Galatasaray, Hannover 96, Roma, Middlesbrough, Los Angeles Galaxy, y hasta se le relacionó con el Real Madrid cuando Carlos Queiroz llegó al banquillo blanco. Además, era un habitual en las convocatorias de la selección portuguesa de los Couto, Figo, Rui Costa y compañía, siendo internacional en 20 ocasiones y disputando la Euro del 2000 y el Mundial de 2002.
Pero Abel Xavier no solo destacó por sus habilidades balompédicas, con un carácter díscolo, se las vio con Ruud Gullit en su etapa en Estados Unidos, fue sancionado por dopaje cuando militó en la Premier League, y destacaba por su look moderno con sus pelos y bigotes tintados de cualquier color. Además, en su época en el Galatasaray turco, conoció y se convirtió al Islam pasando a llamarse Faisal Abel Xavier. Dirigió a la selección de Mozambique y ha pasado por apuros económicos fruto de los subidones y bajones que han marcado su vida.
No pasa desapercibido, Abel Xavier.

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