Alberto Albístegui, defensa eibarrés, fue uno de los protagonistas (sin querer) del incidente conocido como “Pisalo” sucedido en el Deportivo-Sevilla de 1993.
La jugada de la polémica nació en un saque de banda lateral, el balón fue hacía Diego Maradona que quiso controlar con la puntera, pero Albístegui salió a la marca del 10 y recibió un puntapié en la cara. El jugador del Deportivo quedó mal parado y el fisioterapeuta del Sevilla, Domingo Pérez, salió corriendo del banquillo para atenderlo. El mosqueo de Bilardo fue impresionante y sus palabras pasaron a la jerga futbolera.
“Domingo, Domingo. Los de colorado son nuestros. Los de colorado son nuestros. ¿Cómo vas a atender al otro? Qué carajo me importa. Pisalo. Pisalo. Al contrario, pisalo”.
Albístegui no merecía que lo pisotearan, era un defensa guapo, con muy buen físico, serio, contundente, que militó en el Sestao y el Mallorca antes de su llegada al Deportivo de La Coruña en 1990, donde conseguiría el ascenso a Primera y formaría parte del conocido Súper-Dépor. Por cierto, qué golazo de falta anotó en el Molinón.
En 1993 pudo fichar por el Athletic Club, pero él ya había dado la palabra a la Real Sociedad, y estuvo de txuri-urdín hasta 1997 cuando fichó por el Deportivo Alavés, equipo con el que se retiraría.
Su padre fue futbolista de la SD Eibar y su sobrino Álex jugó en un club de los que nos gustan: Unionistas de Salamanca (viva el fútbol popular).
Alberto, tras colgar las botas siguió vinculado al fútbol, y se pasó a la política, para formar parte de las listas del PSE-EE en Eibar, donde ha sido concejal.
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