El partido entre Real Madrid y Chelsea por un puesto en la final de la prestigiosa Copa de Europa va a mantener en vilo a mucha gente. Varios jugadores han tenido el honor de vestirse de merengue y de blue, como Carvalho, Essien, Makelele, Anelka, Courtoise, Etoo o el neerlandés Arjen Robben, futbolista tremendo que todavía no ha colgado las botas, increíble.
Con pelo, y con apenas 16 años, se presentaba en el año 2000 en la Eredivise y con la camiseta del Groningen un futbolista que iba a dar mucho que hablar en el fútbol mundial. Arrancando desde el extremo (normalmente el derecho) la potencia y la maestría con que encaraba los uno contra uno recordaba a los grandes futbolistas de otra época, como Garrincha, como Gento, como Gordillo o como otros tantos que se convertían en puñales desde la banda con sus increíbles arrancadas. Además, Robben sorprendía con un poderoso disparo desde media o larga distancia, porque él era (y sigue siendo) uno de esos futbolistas bonitos de ver, de los que levantan a la gente de las gradas y por los que merece pagar una entrada, ese tipo de futbolistas que se atrevían a realizar cualquier cosa.
Su prometedor comienzo en el Groningen provocó que apenas dos años después de su debut como profesional el PSV Eindhoven se hiciera con él, y en el equipo de la Phillips explotó, y cuando los Países Bajos se le quedaron pequeños, el gran Chelsea de Abramovich apostó por su calidad. Era la temporada 2004/2005 y un joven de juego alegre iba a convertirse en uno de los futbolistas más prometedores de la Premier y del mundo, siempre mostrando su gran conducción del cuero, su desequilibrio y esa sorprendente definición que se sacaba de la chistera. En el Chelsea se las vería con Pepe Reina que le acusó de teatro tras una acción en un Chelsea-Liverpool, y con las lesiones, que le perseguirían durante toda su carrera. En el año 2007, Ramón Calderón pujó por él, y el futbolista, que no se llevaba del todo bien con Jose Mourinho, recaló en el Real Madrid.
Mostró sus cualidades con la camiseta blanca, se adueño de la banda e incluso en algún momento se habló de la “Robbendependencia” del equipo. El futbolista era una bala, y dejó golazos impresionantes, pero cuando mejor era su estado de forma, y tras los fichajes de Kaká y Cristiano Ronaldo (ya con Florentino) el neerlandés fue sorprendentemente traspasado al Bayern de Munich. Un verano después, en 2010, pudo cambiar la historia del fútbol en la final del mundial de Sudáfrica que disputaron los Países Bajos con España, cuando en aquel mano a mano con Casillas no logró batir al meta español que hizo una parada antológica y clave en el triunfo español. Su presencia en la selección orange era determinante y disputó cuatro mundiales, rozando la gloria tanto en el subcampeonato del 2010 como en el tercer puesto del 2014.
Para entonces, Robben ya se había convertido en uno de los mejores futbolistas del mundo, el Bayern de Munich es un club que le venía como anillo al dedo, y que en su época contó con dos lanzas en las bandas, por una el francés Ribery, por otra nuestro querido protagonista de hoy. En el año 2013, el gigante bávaro logró la ansiada Copa de Europa, y Arjen Robben levantó su única orejona. Permaneció en el gigante bávaro hasta el año 2019, y actualmente sigue en el mundo del fútbol jugando en el equipo donde todo comenzó, el Groningen, que todavía quiere renovarle el contrato.
Un viejo zorro del fútbol moderno, un futbolista contemporáneo que jugaba como los de antes, con un dribbling y un cambio de ritmo que recordaba a los grandes futbolistas de otra época. Hoy no se querrá perder el partido entre sus dos ex-equipos.
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