El alemán Bernd Schuster, una maravilla de jugador con un carácter muy especial, que durante su carrera vistió la camiseta del Barcelona, la del Real Madrid y también la del Atlético, y en estos tres equipos fue capaz de ganar la Copa del Rey.
Bernd Schuster se inició jugando como líbero en el Augsburgo antes de que desapareciera dicha posición, y fue contratado por el Colonia como una de las mayores promesas del fútbol germano. A los 20 años ya destacaba muy por encima del resto y tras exhibirse y conquistar la Eurocopa de Italia de 1980 llegó al Barcelona como fichaje estrella y mucho futuro por delante.
“El Ángel Rubio” vivió una relación muy intensa en can Barça, con grandes momentos como futbolista, graves lesiones y polémicas con entrenadores y directiva. En el recuerdo el momento del cambio (y el cabreo) en la final de la Copa de Europa de 1986, cuando se fue directamente en taxi al hotel y allí vio como su equipo perdió en los penaltis contra el Steaua.
Y es que Bernardo tenía mucho carácter, pero sobretodo mucha clase, manejaba el cuero con elegancia, era todo un maestro en los desplazamientos en largo y en las jugadas a balón parado, tenía un disparo fenomenal, una gran zancada, y abarcaba todas las zonas del campo. El amo y señor del centro de la medular. En 1988 llegó al Real Madrid para unirse a la maravillosa generación de a Quinta del Buitre y en su primera temporada el equipo hizo una campaña de récord. En 1990 cambió de camiseta pero no de ciudad, y no le importó vestir de rojiblanco para ganarse a la afición del Atlético de Madrid e incluso contribuir a ganar una Copa del Rey contra el Real Madrid con un golazo suyo de falta.
“A mi nadie me toca el pirindolo” fue una de las grandes citas que nos dejó este genial futbolista bigotudo.
Volvió a Alemania para jugar en el Bayer Leverkusen, y terminó su carrera en México y los Estados Unidos.
A los 24 años decidió no jugar más en la selección alemana después de un escándalo tras negarse a jugar por el nacimiento de su hijo. Hubiera podido ser campeón del mundo en el 90.
Cuando colgó las botas se sentó en los banquillos, y ha entrenado a varios equipos españoles y se aventuró a entrenar en Ucrania, Turquía y China. Desde el banquillo siguió mostrando su carácter, y ante los micros continúa soltando perlas.
Único e inimitable Bernd Schuster, un tío simpático, maestro hasta en realizar cortes de manga.

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