Bombos traviesos. 40 años del sorteo del Mundial de España

David Puente

Recordamos uno de los sorteos más accidentados y polémicos de todos la historia de los mundiales

Después del fallido sorteo de la Champions que hubo de repetirse cuando estaba ya todo el pescado vendido, seguro lo recordáis, sí, fue antes de Navidades, a los seguidores más talluditos nos vino a la memoria un precedente: el chapucero sorteo con el que se repartieron los grupos del Mundial 82. Yo era muy pequeño y no recuerdo los detalles. Así que me ha dado por repasar el sorteo entero y al finalizar he flipado más de lo que me imaginaba. Lo tenéis más abajo en Youtube, pero yo os ahorro los tres cuartos de hora que dura la retransmisión, que alguien ha rescatado muy amablemente de las catacumbas de TVE, con la moviola y sus mejores jugadas. 

Nos ponemos en contexto. Son las siete de la tarde del 16 de enero de 1982 y estamos apurando la Transición. Se acaban de promulgar los estatutos de las comunidades autónomas de Asturias, Andalucía y Cantabria y aún quedan unos días para que se apruebe el reglamento que regirá el funcionamiento del Congreso de los Diputados. El nuevo estado español está a medio hacer pero ya tiene ante sí su primer reto internacional. Se han acreditado 400 periodistas de un montón de países para seguir el sorteo. Mientras se pincha la imagen del Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid se ameniza la espera en televisión con el tema “Palm Grease” de Herbie Hancock. Lo más elegante de toda la retransmisión. “Ya estamos dentro”, se le escapa al eterno Matías Prats Luque. Su compañera Mari Carmen Izquierdo comenta, ahora sí completamente en el aire, que los que vemos a nuestra derecha son los mismos bombos que se utilizaron sólo unos días antes para la lotería nacional, que esa Navidad llevó el Gordo a Cartagena gracias al 23786. 

De repente, se aprecia un follón al fondo, alguien importante está entrando en el auditorio rodeado de mucha gente. Tardamos un rato en comprobar quién es: el entonces Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón y Grecia, a punto de cumplir los 14 años. Su presencia en el evento es puramente testimonial porque no habla. El crío real está flanqueado por Soledad Becerril, lleva apenas unos días como Ministra de Cultura del Gobierno de la UCD, el ministro de Obras públicas Luis Ortiz, el alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván y Joan Antoni Samaranch en calidad de presidente del COI. El periodista, aún en activo, Jose María Casanovas aparece de repente para hacer una presentación del evento que sigue sin estar bien calibrada al micrófono. En la mesa de los auténticos jerifaltes del fútbol español y mundial, Joao Havelange le pasa el micro fallón al presidente de la Federación Española de Fútbol, Pablo Porta, al que tampoco se le acaba de escuchar bien, pero entendemos tiene un “hermoso recuerdo” para el cerca del centenar de selecciones que compitieron con “ilusión y gallardía” hasta llegar a España 82. Sin olvidar desde luego la “hidalguía y hospitalidad” del pueblo español y el descubrimiento hace casi quinientos años de un nuevo mundo por parte de España. Se despide con el deseo de que al acabar el campeonato ”demos gracias a Dios, y digamos, hemos sido felices”. 

Cartel del Mundial de España 82 obra del artista Joan Miró

Se presentan los siete kilos y medio de oro que conforman la Copa del Mundo, de un valor de unos diez millones de pesetas, que besa Pablo Porta con rictus religioso, como si acercara los labios a la estampita de un santo. La cámara hace un barrido a los mandatarios allí presentes. Mucha pollavieja. Se huele desde aquí el olor a Brumel. A los 15 minutos el asunto protocolario ya es insoportable con el presidente de la federación alemana, el señor Hermann Neuberger, en un discurso en la lengua de Goethe que va traduciendo Matías Prats con un ritmo tan plomizo como el aire que se respira en el auditorio. “El deporte no quiere tener nada que ver con la política”, dice. Samaranch no puede evitar mirar su reloj. El príncipe mira hacia atrás como preguntándose qué hacen sus posaderas reales entre tanto vejestorio. Aparece entonces el secretario general de la FIFA, Joseph Blatter, debutante en esta clase de sorteos, y comprobamos que en el 82 ya ha perdido definitivamente la guerra con la calvicie. Se le acabará de caer el pelo del todo en 2015 por la compra de votos para la adjudicación del mundial de Qatar de este año.

Volvemos al sorteo porque viene la parte peliaguda del mismo, cuando se explican los preceptos por los cuales se han designado los seis cabezas de serie: Italia, RFA, Argentina, Inglaterra, España y Brasil. Después se recitan los contendientes del bombo, todos países del por entonces robusto telón de acero (más Austria): Polonia, URSS, Hungría, Yugoslavia y Checoslovaquia. Estamos en plena guerra fría, no lo olvidemos. Es la primera vez que se sortean 24 selecciones con lo que la FIFA ha tenido que echar mano de unos criterios que yo creo que nadie a esas alturas tiene claro. Inglaterra es cabeza de serie por la cara y eso perjudica a Bélgica y Francia, que los días precedentes habían hecho frente común ya que sus federativos entendían que tenían más méritos que los británicos por muy inventores del fútbol que fueran. Las bolas de Chile y Perú empiezan a bailar en la boca de Matías Prats, que nos explica como buenamente puede que no pueden coincidir con las de Argentina y Brasil, evitando así enfrentamientos entre países de la misma confederación en lo que se define como “un sorteo vertical” (¿!?). “La cosa desde luego ha quedado algo complicada”, remacha Matías Prats totalmente superado. Lo fuerte es que la primera bola que aparece es la de la subcampeona de Europa, Bélgica, que va al grupo de Italia. Y la segunda es la de Escocia que va al de Argentina. Mari Carmen Izquierdo nos explica entonces que los representantes de las delegaciones de las selecciones que ya tienen  grupo confirmado van rápidamente a un teléfono fijo situado a pocos metros del auditorio para llamar a los hoteles y confirmar su estancia el próximo verano.

Y entonces llega lo que Izquierdo define como “una anécdota”. Blatter dice que hay que volver a sortearlo todo porque Bélgica no tenía que ir al grupo de Italia, ni Escocia al de Argentina, pero no se aclara muy bien por qué. Me imagino a los delegados escoceses y belgas volviendo a llamar a  los hoteles para cancelar la reserva de hace un rato. El niño del colegio de San Ildefonso ya se temía algo así desde hace rato. El Mundo Deportivo informaba en su edición de ese mismo día que el niño se llama Jorge Juan y pese a nacer en Madrid es del Barça. Los locutores se disculpan por la dificultad de las explicaciones del sorteo. Tanta prerrogativa se vuelve en contra de la transparencia del sorteo. Todo se vuelve a encauzar cuando sale la bola de Irlanda del Norte que cae al grupo de España con sede en Valencia y Zaragoza. Ya sabéis que el grupo de los anfitriones lo completarán Yugoslavia y la desconocida Honduras que debuta en un Mundial.  En el ensayo general del sorteo, se asegura que todo funcionó sin sobresaltos, a España le tocó Nueva Zelanda, Italia y Alemania, una prueba a todas luces ficticia porque englobaba en un mismo grupo a tres cabezas de serie que obviamente no se podían enfrentar. “Los periodistas italianos ubicados a nuestro lado han puesto buena cara cuando les ha correspondido Camerún”, dice Matías Prats. Lo que no sabían entonces ni Matías Prats, ni los periodistas italianos, es que los africanos le complicarán mucho las cosas a los de Paolo Rossi y Dino Zoff en el grupo gallego. La bola del último equipo del “bombo de los malos”, como definió Izquierdo a las selecciones más débiles, la de Honduras, queda atascada con lo que uno de los niños tiene que meter la mano en un sobreesfuerzo que tampoco estaba en el guión. Para más inri, la bola con forma de pelota se abre accidentalmente como un huevo Kinder mundial y los niños ríen sin saber qué hacer (“acostumbrados a la extracción más rutinaria de las loterías”, comentaba El Mundo Deportivo). Otra “anécdota” que recordaremos con el tiempo, dice Izquiero. Muchas taras en los protocolos y pocos planes de contingencia para una cita con tanto periodista internacional en la sala. A los más jóvenes les recordamos que el partido de debut de España en Valencia será precisamente contra los centroamericanos, con un pobre empate a uno que hizo sonrojar ya de primeras a todo el fútbol español. “Otra bolita que sale partida del bombo”. Entonces un señor con pinta de llevar mucho tiempo de funcionario tiene que toquetear la palanca que abre la espita de las bolas porque ha quedado de nuevo bloqueada y eso que se insiste en el ensayo general todo había salido a pedir de boca. Es la primera vez que se utilizan bombos para un evento así. Y se nota.

Ya todo el mundo con algo que decir en el contexto futbolístico tiene ganas de que el bochorno acabe y eso que aún falta todo el bombo del telón de acero por sortear. A España le toca un enemigo íntimo como Yugoslavia y los brasileños tendrán que bailar samba contra la URSS, la selección más potente de las que quedaban por sortear. Los kuwaitíes se quedan sin jugar en la costa del sol como preferían y en cambio se tienen que ir a Bilbao y Valladolid al grupo de la muerte con Inglaterra, controvertida cabeza de serie, la siempre complicada Francia, y los campeones de Europa de seis años antes, la Checoslovaquia de Panenka (el mítico bigotudo lanzará dos penalties en el Mundial español con pleno de aciertos… sin lanzar a lo Panenka). 

El resto es historia. Ya sabéis, los italianos se acabarían imponiendo en el campeonato pese a firmar una fase de grupos paupérrima, no sólo empataron con cameruneses, también firmaron tablas con polacos y peruanos con un saldo de dos goles a favor. España pasó de la primera fase gracias a un penaltito contra Yugoslavia por cortesía del árbitro danés Henning Lund-Sørensen. En la segunda ronda continuaron las “novedades” en el desarrollo del torneo, no hubo ni octavos, ni cuartos, sólo cuatro grupos de tres participantes y de ahí los primeros directos a semifinales (no se volvió a repetir el sistema). Y ahí fue donde se acabó el periplo de los chicos de José Emilio Santamaría que por su mala fase de grupos quedó encuadrada con Alemania e Inglaterra. De todos modos, el infausto mundial de España, ya desde el sorteo, tuvo consecuencias en mi personita de nueve años. Me enganché para siempre al fútbol. Yo también soy hijo del Naranjito. Y este ha sido mi homenaje.

Aquí el link para ver el bochornoso sorteo: