Uno de los porteros más recordados en can Barça es sin duda Carles Busquets, que defendió la portería azulgrana entre 1990 y 1998.
Y es recordado por su buen juego de pies, por llevar siempre pantalones largos y por su estilo único que no transmitía demasiada seguridad a la grada, y sus detractores lo calificaban como portero de balonmano.
Busi era Busi, un avanzado a su época, que comenzó a jugar en el CD Ciudad Badia como delantero, y que al llegar a los infantiles del Barcelona decidió meterse entre los tres palos. Llegó al primer equipo en 1990, cuando Unzué se cansó de ser el suplente de Zubizarreta y Busquets ocupó su lugar. Aparecía solo cuando el vasco estaba de baja o en algún partido de Copa, y siempre dejaba algo para la grada. Como Zubi no pudo jugar la final de la Recopa de 1991, Busi ocupó su lugar, y el Barcelona perdió aquella final contra el Manchester United (la de la venganza de Mark Hughes).
En 1994, tras la final de Atenas, Zubizarreta salió del club y se fichó a otro portero vasco, Julen Lopetegui, que se mostró fallón en su época azulgrana. Fue entonces cuando a Busquets le llegó su momento, y aunque contaba con la confianza de Johan Cruyff (El flaco quería un portero que pudiera realizar bien la salida de balón) a los aficionados no gustaba su estilo tan diferente, tan poco estético, y capaz de alternar grandes intervenciones con errores garrafales.
Recordadas son sus anécdotas, como aquella vez que estuvo de baja porque atajó una plancha que iba a caerle a su hijo, o las leyendas urbanas sobre su indumentaria, que si llevaba pantalón largo para cubrir una cicatriz, que si lo hacía por ocultar un tatuaje, que si tenía mucho pelo…
Al final, el incomprendido Carles tuvo que salir en 1998 pues desde la marcha de Johan del Barça el cancerbero vivía en el ostracismo. Se fue al Lleida, donde tuvo algún lío con su técnico y donde colgó los guantes a la edad de 35 años.
Después fue entrenador de porteros, y desde hace tiempo disfruta con el juego de su hijo Sergio, aquel que salvó de la plancha el portero sin manos.

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