Muchos son los futbolistas que han vestido las camisetas de Valencia y Villarreal en las últimas décadas y nosotros nos acordamos de uno que tenía una calidad superlativa, uno de esos cuyo nombre no se olvida, por su clase, por su profesionalidad y por su persona, una leyenda del Valencia que ayudó al crecimiento del Villarreal, cuando fichó por el equipo “groguet” antes de que Roig lo convirtiera en el monstruo que es ahora.
Arroyo se crió en el humilde barrio madrileño de Aluche, y en sus descampados aprendió a tratar el balón con elegancia. Jugó en el Alcorcón hasta los 18 años, y de allí lo fichó el Valencia.
En la ciudad del Turia se convertiría en uno de los mejores centrocampistas de la Liga. Su dominio de la pelota, la calidad de sus regates y de sus centros no se ha olvidado todavía en la afición de Mestalla que siempre quiso a este magnífico futbolista. Jugó para el conjunto che desde 1984 a 1996 y después se retiró en el Villarreal, cuando todavía era un equipo modesto de pantalón azul.
Se declara tan enfermo del fútbol como “Maldini”, y desde hace tiempo entrena a chavales, dirigiendo a jóvenes promesas que aprenden del “Príncipe de Alcorcón”. Que le pregunten a Alcacer, Isco o Gayà, que han estado bajo las órdenes de nuestro protagonista de hoy.
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