Vaya noche la del 18 de mayo para Daniele Massaro, delantero del Milan y verdugo del Barça en aquella final de Atenas en la que el diablo rojo de Fabio Capello apabulló al Dream Team de Cruyff.
El Barcelona, que unos días antes había conquistado la Liga en el último suspiro, apenas tuvo tiempo de preparar la gran final, la final soñada, que enfrentaría dos propuestas que eran referencia en la época y plasmaría un choque de estilos contrapuestos. El fútbol ofensivo de Cruyff contra el bloque y el 4-4-2 que tan bien desarrollaba el conjunto de Capello. Todo le salió mal al Barça en aquella agónica final, y un hombre con el que nadie contaba, un tal Massaro, golpeó dos veces al conjunto azulgrana que quedó herido de muerte tras los dos mazazos. En tan solo 45 minutos, la final ya estaba decidida y Massaro había sido el autor de los dos goles rossoneri.
La verdad es que Daniele Massaro no era un desconocido en el fútbol italiano, pues recién cumplidos los 21, en el verano de 1982, ya se proclamó campeón del mundo con la selección italiana. Para entonces, el delantero ya había despuntado en el Monza y en la Fiorentina, equipo con el que logró el subcampeonato en la temporada 81-82. En el conjunto viola estuvo hasta 1986, cuando hizo las maletas rumbo al Milan. De la mano de Arrigo Sacchi, lograría el scudetto en la temporada 87-88. Sin embargo, el técnico italiano no contó con él, y salió cedido una temporada a la Roma.
Era un delantero astuto, trabajador y muy oportunista, al que le tocó competir con los mejores delanteros del mundo por un puesto en el todopoderoso Milan. No fue hasta la llegada de Fabio Capello, y tras la lesión de Marco Van Basten, cuando Daniele vivió una segunda juventud. Su doblete en la final de Atenas fue todo un premio a la constancia, que incluso le sirvió para ser convocado al mundial de Estados Unidos, ya con 33 años, y precisamente con Sacchi como seleccionador, que ahora sí confiaba en San Massaro como revulsivo. Desgraciadamente, Massaro fue uno de los que erró su lanzamiento en la tanda de penaltis de la final contra Brasil. Fallaron Baresi, Massaro y Baggio.
Un año después, puso rumbo a Japón en busca de un retiro dorado que le permitiera disfrutar de su otra gran pasión, el golf. Actualmente tiene un carguito en el Milan, donde nunca olvidarán su actuación en una noche como la de hoy.
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