No hace tanto tiempo que disfrutamos del talento de un tal Diego Tristán, andaluz de nacimiento, que realizaba jugadas de maestro, puro arte y goles de autor.
Destacó en el filial del Betis (aunque se dice que tiene corazón sevillista) como un delantero técnico e imaginativo, con muy buena planta y un enorme control del balón. Aunque no llegó a debutar en el primer equipo del Betis, pues se marchó al Mallorca B. En el filial bermellón explotó y debutó con el primer equipo en septiembre de 1999.
18 goles en su primera temporada en Primera lo convirtieron en uno de los mejores artilleros de la Liga, y Lorenzo Sanz, acordó un precontrato con el jugador para fichar por el Real Madrid, pero la llegada de Florentino a la casa blanca imposibilitó que finalmente Diego vistiera de blanco.
Fue entonces cuando Lendoiro apostó por el talentoso delantero, que aunque tenía fama de que le gustaba la noche y se le pedía más compromiso dentro del campo, compensaba su supuesta golfería con jugadas y goles de crack mundial. En el Deportivo rindió de manera espectacular. Ganó la conocida como copa del “Centenariazo”, que le sirvió como venganza de su casi fichaje por el Real Madrid. Además, brilló en partidos muy importantes de Champions League, como ante el Manchester United o el Milan, y fue pichichi en el año 2002, año en que acudió al mundial de Corea y Japón.
En 2006 dejó La Coruña, jugó en Italia en el Livorno y en Inglaterra en el West Ham, pero su juego estaba ya muy alejado del que le había hecho ser uno de los más grandes delanteros de este país. Finalmente se retiró en el Cádiz en 2010.
Diego Tristán, hace mucho que no vemos delanteros como él, tan imaginativos, tan creativos… Mucha clase.

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