El Futuro

El cielo es siempre gris. El paisaje inhóspito, poco confortable, incómodo, y el clima hostil. Los estadios de fútbol ya no tienen gradas con butacas, ahora todo son palcos VIP donde los ricos mezclan estimulantes con alcohol y sexo. Follan y ven fútbol a la vez. Las entradas lógicamente son muy caras. La fachada exterior del estadio es una enorme pantalla esférica donde la muchedumbre se amontona para ver a sus ídolos que son de acero. El fútbol de humanos dejó de existir hace tiempo. Solo se juega en los campos de fútbol popular, cuatro mataos que allá por Júpiter todavía consiguen disfrutar con el fútbol de mortales. Gris y grana, así es el cielo.


Así es el cielo que cubre el contaminado mundo. Siempre gris. Con sus rayos granates. Y bajo ese manto intoxicado, sucio y depresivo que es ahora el cielo los robots juegan la Superliga Mundial de las Estrellas. En una mezcla de fútbol y formula 1 las escuderías fabrican cada verano sus escuadras de dieciocho futbolistas (robots) por equipo. El míster es todo un ingeniero que tiene que administrar bien las baterías. Las tácticas han cambiado. Y las reglas. En la lúgubre ciudad todo ha cambiado por supuesto. Todo lo que ves es publicidad en tus gafas obligatorias, y se llenan las calles de logos, objetos y personajes que no existen. Los edificios son grandes pantallas estilo Blade Runner que no anuncian chicas asiáticas, sino combinan imágenes retro de goles de Maradona (que todavía no ha muerto) con imágenes del nuevo fútbol de acero. Ya no hay mundiales porque no hay países.


No hay metro desde las últimas inundaciones tóxicas. Allí, en el Underground, hay otra civilización paralela. Un mundo donde no entra ni la policía ni el ejercito. Fútbol hay, dicen.Pero también mutantes, dicen. El metro ahora va por arriba, mediante unos tubos de vidrio que disputan el cielo a un montón de aparatos tecnológicos, satélites y drones que vuelan sobre el gris y grana.

Por suerte, también hay una resistencia, que en ocasiones lanza un Etrusco por alguna ventana para que juguemos una pachanga…

Captura del Soccer Brawl, un juego adictivo de los 90