Sergi Aljilés
“Ara farem la cançó del més trist de tots els gols o almenys dels que n’he vist jo…sentiu la cançó de dol, de Paco Alcácer i el gol, on es va amagar la mort”
La relación entre fútbol y música es innegable. Aunque en el contexto de super ligas y fútbol moderno en el que vivimos, desde el poder, como en múltiples aspectos de la vida, se nos diga que escuchar y que consumir, es este un fenómeno popular, como el futbol en si mismo. Canciones que la grada tomó como propias todos conocemos, desde el mítico you never walk alone de la grada Kop de Anfield, al glorioso we are the champions de Queen. También está el fenómeno inverso, el de los propios aficionados que son músicos y quieren musicar su pasión, una efeméride o el propio aniversario de su club.
Sobre este fenómeno podemos hablar bastante desde el València ya que el aún cercano centenario del club nos brindó la oportunidad de disfrutar de una variada oferta de canciones referentes al mismo. Las propuestas de La Gran Esperanza Blanca, Mesinfots, Seguridad Social o Hotel Nebraska gustaron a Mestalla, destacando sobre todas ellas la de los chicos de Tardor, és aixó el que ens fa grans, verdadero himno del centenario, y no la insulsa tonada que nos quisieron vender los sátrapas que ahora gobiernan el club, de cuyo nombre, ni canción ni banda, quiero recordar.
Una de las bandas de aficionados al fútbol que, desde València y en valencià, quisieron glosar una historia de fútbol son Els Jóvens, con una propuesta de folk enraizado en la música tradicional y popular valenciana. Y eligieron un hecho tristísimo que les impactó. La historia de un debut y gol con el València. La historia de El gol i la mort, Romanç de Paco Alcácer.
Nunca un debut marcando gol puede ser triste en la vida de un futbolista, pero para Alcácer lo fue. Jugó su primer partido con el València, el equipo del que es aficionado desde pequeño, un Trofeu Taronja contra la Roma, enfundándose la zamarra con los colores de La Reial Senyera y marcando el 3-0 que cerraba el marcador. No cabría más gozo en el pecho del de Torrent esa noche de verano. Su familia lo había visto desde la grada cumplir su sueño…pero todo se truncó en tragedia. Al salir de Mestalla, en los aledaños de la tribuna, al poco de reunirse con su familia, su padre sufrió un infarto fulminante que le segó la vida. Los esfuerzos del médico del equipo, que salió raudo a asistirle, fueron inútiles.
“i tornarà a xafar l’area,desmarcant-se dels centrals, i davanter I pilota, es tornaran a ajuntar”
Podemos imaginar lo que sentiría Alcácer cada vez que se enfundaba la elástica valencianista, cada vez que pisaba el verde de Mestalla…todo podía habérsele venido encima y destrozarle la carrera y la vida, pero el apretó los dientes, siguió viviendo su sueño, y cumpliendo su trabajo, el curro de un delantero, correr, presionar, desmarcarse, remate rápido y seco, el gol. Pero añadiendo su firma, su recuerdo a un padre que le vio marcar, levantar sus dedos y mirar hacia el cielo, dedicándole cada gol que marca, porque el sabe que su padre le está viendo.
“i sempre que clava un gol, alça els dits, alça els dits, alça els dits, que al cel que cobreix Mestalla, son pare te grada per vore els partits”
Y esto que dicen Els Jóvens, que su padre le está viendo, no es una licencia poética y sentimental. Es verdad absoluta y empírica. Todos los valencianistas tenemos localidad en el cuarto anillo que rodea Mestalla desde el cielo, al que solo accedemos después de la muerte, y nos sentamos con los que nos enseñaron a ser del València, y con Cubells, Montes, Puchades…con Vicente Peris; Colina y Luis Casanova…con Jaume Ortí y con Españeta…y con el padre de Alcácer.
Ahora viene menos Alcácer padre a la grada de Mestalla, pues su hijo le ha llevado a ver futbol en el Camp Nou, en Dormunt, en Getafe (no creo que se sintiera muy a gusto en esas gradas, se sentiría forastero, pero un hijo es un hijo). Desde hace un par de años se siente mucho mejor pues está al lado de casa, la vieja grada del Madrigal (allí arriba no saben nada de patrocinios ni de cerámicas) le acoge ahora, donde ya no se siente forastero, donde parla valencià con sus vecinos de asiento, disfrutando de como juegan los Gerard, Albiol, Parejo, Coquelin, Iborra y su Paco, llevando al Vila-real por Europa. Sus amigos allí le han dicho que el jueves 29 de abril, otra vez contra el Arsenal, tienen la oportunidad de luchar por esa deseada primera final europea. La venganza del penalti de Riquelme.
Cuando Paco Alcácer salta al campo sabe que nunca juega solo, siempre tiene un espectador que solo está allí por él, Un padre al que le dedica todos los goles, un padre que está feliz porque su hijo está haciendo lo que más le gusta, marcar gol. Un padre que quiere verle campeonar por Europa, y darle a una pequeña ciudad valenciana una gran alegría. Amunt Paco. Endavant Vila-real.

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