Miki Duque
Jon Andoni Goikoetxea Lasa es, junto a otros coetáneos suyos y para un servidor que empezó a ver fútbol a comienzos de la última década del siglo pasado, el futbolista más antiguo que puedo recordar.
Canterano de Club Atlético Osasuna, saltó al primer equipo a punto de cumplir los 20 años y en su tercera temporada fue el máximo goleador de un conjunto rojillo que finalizó la temporada en un muy meritorio 5º lugar, con 11 tantos, jugando en la banda. En su trayectoria con el equipo de la capital de Navarra, un total de 21 goles en 99 partidos disputados en tres temporadas, que le valieron su fichaje por el FC Barcelona, que a su vez lo cedió durante dos temporadas a la Real Sociedad de Fútbol.
En el viejo Atocha, Jon Andoni no rindió a tan alto nivel como lo hizo en Pamplona, pero dejó buen recuerdo y fue titular fijo durante esos dos años en los que hizo 10 goles en 74 partidos.Y entonces llegó su mejor etapa. En ‘Can Barça’, sin ese protagonismo ofensivo -porque ya sabemos lo que tenía el equipo de Johan Cruyff arriba-, fue pieza clave en 4 temporadas en las que, además de hacer 10 goles en 174 partidos, conquistó, como títulos mayores, 4 veces LaLiga y la primera Copa de Europa de la historia del club. Y dejó una huella imborrable en la afición por su velocidad, su entrega y su polivalencia. Una capacidad de sacrificio muy necesaria en aquellas alineaciones ultraofensivas.Después, rindió a buen nivel en el Athletic Club durante 3 temporadas en las que disputó 112 partidos, haciendo 2 goles.
Tras dejar Bilbao, Vizcaya, España, tuvo una aventura asiática que duró algo menos de un año en el Yokohama F.Marinos, y finalmente, se retiró tras una última campaña en nuestra segunda división, jugando nuevamente de local en su Estadio El Sadar.Era ese tipo de jugador que nunca habría sido la estrella de ningún equipo, ni por condiciones ni por perfil. Pero al mismo tiempo, una verdadera bendición para todos sus entrenadores. Lateral, interior o extremo por ambas bandas, ambidextro, muy disciplinado tácticamente, desbordaba en ataque por su velocidad y tapaba bien en defensa gracias a su intensidad. Un carrilero de lujo que, sin ser un superdotado técnico, sí que era un ejemplo de resistencia y dominaba a la perfección las dos piernas en lo que al golpeo de balón se refiere.
Capaz de marcar golazos desde fuera del área tanto con la derecha como con la zurda, además de enviar precisos centros al corazón del área igualmente con ambos pies.La -por aquel entonces- prestigiosa revista Don Balón lo eligió como mejor jugador español de la temporada 1990-1991.Pero si hay una imagen que viene a la memoria del aficionado cuando hablamos del bueno de ‘Goiko’, es la de esta celebración y la de aquel gol. Fue internacional entre 1990 y 1996, tiempo en el cual disputó 36 partidos y convirtió 4 goles, con tan buena puntería como para hacer la mitad de los mismos en aquel que para muchos fue nuestro primer Mundial, el de USA 1994. En el encuentro del debut, ante Corea del Sur, hizo el segundo tanto de los nuestros, de cabeza, en ese momento el 2-0 de un partido que acabaría con 2-2 en el marcador en un empate que supo a derrota, tanto por el rival como por el momento de encajar el segundo tanto.
En la segunda fecha, al contrario, fue el autor del gol de un empate de prestigio, pues se consiguió ante nada menos que la vigente Campeona del Mundo, la temible DFB-Team (Die Mannschaft). Un centro suyo desde la banda derecha se fue envenenando hasta sobrepasar al portero Bodo Illgner, tocar el segundo palo y entrar. En ese momento era el 0-1, e incluso nos fuimos ganando al descanso, si bien nada más reanudarse el partido, el gran Jürgen Klinsmann puso el definitivo 1-1. Y esta es la estampa que se ha convertido en una de las imágenes más icónicas de la historia de la Selección Española de Fútbol (SeFutbol), la del único futbolista navarro de la historia que ha conseguido marcar en un Mundial.

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