Poseedor del buen toque del buen futbolista y del espíritu generoso de la mejor persona, y negro. Así es Ruud, un futbolista de físico imponente, de poderosa zancada, y de corazón rebelde.
Imposible no recordar su leonada melena rasta, sus arrolladoras galopadas, su negro bigote, su piel oscura y su alegría en cada victoria, que fueron muchas. Y su sonrisa esplendida, del que se divierte jugando a lo que tanto divierte alrededor del mundo: el fútbol. El deporte de todas las clases y todas las razas.
Y este negro tan absoluto no será recordado solo por su talento al golpear el cuero. Este hombre, mejor futbolista del mundo en 1987, mostró su humildad al asegurar que el español Rafa Gordillo merecía el premio tanto como él. Este negro, se atrevió a hacer lo que muchos deportistas esquivan, opinar. Se entrometió en lo político, aunque a veces utilicemos el termino política para afrontar situaciones que más que política forman parte del sentido común. Atrevido, “El Tulipán Negro” dedicó su Balón de Oro a Nelson Mandela.
“Yo estoy disfrutando de este premio mientras Nelson Mandela sigue en prisión. Su causa es la mía. Es negro como yo”.
Ruud era especial, nació especial, jugó especial y tantas veces las lesiones intentaron tumbarlo como tantas veces, desafiante, se repuso. El 7 de junio de 1989 el vuelo 764 de Surinam Airways se estrelló durante el aterrizaje, falleciendo 15 futbolistas holandeses originales de Surinám. Entre ellos, debían estar él y Frank Rijkaard…pero el Milán no les dejó volar. Algún Dios quiso de alguna manera que la sonrisa del rasta debía seguir en el mundo de los vivos.
Fue maravilloso verlo jugar a fútbol, y fue maravilloso verlo desafiar a las injusticias, cantando contra el Apartheid, y diciéndole al mundo que no hay que separar a nadie por su raza. Inconformista, Ruud siempre se llevó mal con técnicos autoritarios y dirigentes. Desobediente, Ruud Gullit nunca entendió la cultura del negocio en este mundo tan sencillo de dos porterías y una pelota.
Ruud Gullit, originario de Surinam, un pequeño país del norte de America del Sur, todo un hombre, y un magnífico futbolista que jugó en el Haarlem, Feyenoord, PSV Eindhoven, Milan, Sampdoria, Chelsea y la selección holandesa. Un orgullo para el fútbol que nos gusta.
El texto aparece en nuestro libro Odio el fútbol moderno (Editorial Planeta. 2018)

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