Durante la década de los 80, Bélgica deslumbró al mundo con un equipo muy difícil de batir, un bloque que combinaba fuerza y talento y donde Eric Gerets ejercía de líder y capitán gracias a su enorme capacidad de mando.
Era un defensa implacable, un lateral derecho con vocación ofensiva, con carácter y pundonor, que le transmitía mucha confianza mental a sus compañeros. Debutó en el Standard de Lieja y con él en el equipo el club belga se convirtió en uno de los equipos más peligrosos de Europa. Un equipazo que en 1982 a punto estuvo de ganarle una Recopa al Barcelona en el Camp Nou.
Después, en 1983, Gerets fichó por el Milan pero no tuvo éxito y regresó un año después al MVV Maastricht. En 1985 fichó por el PSV Eindhoven, donde contribuiría a la mejor época del club holandés conquistando la Copa de Europa en 1988. En el club de la Philips jugó hasta su retirada en 1992. Allí estuvo a las órdenes de entrenadores de la talla de Gus Hiddink o Bobby Robson, quedando ambos maravillados con el juego y el liderazgo del belga. Por eso, a nadie le extrañó que una leyenda del fútbol como Sir Bobby Robson lo metiera en su once histórico.
Gerets debutó con su selección en 1975 y jugó 3 copas del Mundo 82, 86 y 90, siendo semifinalista en México 86. Además fue subcampeón de Europa en 1980. Con sus 86 partidos internacionales, y con su inconfundible barba astrosa, Eric Gerets lideró a una generación de futbolistas belgas de leyenda, que causaban respeto en las grandes citas.
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