Son especies protegidas, en peligro de extinción. Personas futboleras que de lunes a domingo apartan el mundo de su cuerpo para jugar su partido semanal. Partidos de fútbol sala, fútbol 7 o fútbol 11.
Son especies protegidas que cuando salen del curro pillan coche, moto, tren, metro o bici para recorrer el trayecto que les lleve a su partido. Partido, match placentero desahogado necesario…
Son especies protegidas que llegan al vestuario aún con su mono de trabajo, pantalones de pintor, mono azul de horrenda fábrica o traje y corbata, o el chándal cotidiano del que no tiene nada que hacer.
Son especies protegidas, que de lunes a domingo se apartan del mundo y disputan ligas de aficionados. Y juegan contra equipos que se llaman Drink Team, Aston Birra, Notthingam Prisa; o Los Zarapastosos… y juegan contra peña que se hacen llamar “el Chino”, “el Bola”, “Chirri”, “Bala”, “Churri”, “Chiqui” o “Goku”.
Son especies protegidas, que abandonan todo lo que les rodea por una hora de pachanga. Y hay un tipo que les arbitra, un superhéroe que no sabe nadie que le ha impulsado a coger el pito y ponerse ahí. Solo. Sin que nadie nunca le dé las gracias.
Son especies protegidas, que ahuyentan sus problemas con cuatro carreras, cuatro pases, cuatro disparos a portería. Sudor.
Son especies protegidas, que llegarán a casa con las pequeñas bolas de plástico artificial hasta en los calzoncillos.
Son especies protegidas, que llueva o nieve, haga sol o frío darán una hora de su tiempo a jugar un partidito y romper semana.
Son especies protegidas, que saben que la cerveza es todavía más importante que todo, y que forma parte del juego.
Son especies protegidas. Son la gente del verdadero fútbol. El fútbol como arte, como cultura, como amor, como pasión y divertimento. El fútbol por el fútbol. Y nada más.
Odio el fútbol moderno.
Es una vergüenza en lo que se ha convertido. Si los jugadores generan tanto beneficio deberían invertirlo en el fútbol base.es insultante que tengan más presupuesto que algunos paises