El Valencia es un club deportivamente secuestrado, cada día hay más desafección entre la afición y el palco, entre los canteranos y la entidad y entre las leyendas y los propietarios. Ayer se despidió a un emblema del Valencia, Paco Camarasa, que en su día fue un zaguero de marcado acento valenciano que lo dio todo durante un montón de temporadas, que fue capitán, y que ha sido fulminado de su puesto de delegado. La última cacicada de Meriton Holdings.
Camarasa, natural de Rafelbunyol e hijo de un ilustre capitán del Levante, se formó en el Valencia. Con 17 años, una grave lesión en la tibia casi lo aparta de la práctica del fútbol, pero se recuperó y debutó en el primer equipo del Valencia en 1988. Durante la década de los 90, se asentaría en el eje de la zaga y fue internacional, llegando a participar en el mundial de Estados Unidos en 1994.
Su coraje, su facilidad en llegar al corte y su fuerza le convirtieron en uno de los mejores defensas de la Liga. Además, su entendimiento con Fernando Giner hacían de la defensa valencianista todo un cerrojo. Valencianista hasta la médula, no vistió otro escudo que el del murciélago y la senyera, siempre con orgullo, y lo hizo durante 12 temporadas, convirtiéndose en el único futbolista de la generación que formaba junto a Fernando, Voro, Giner… que logró un título, la Copa del Rey de 1999. Las lesiones le fueron apartando de la titularidad en las últimas temporadas, pero él se mantuvo ejerciendo de capitán y líder del vestuario, incluso se retiró en el filial, con treinta y tantos, intentando ayudar al Mestalla a salvar la categoría.
Paco Camarasa, un tío que sabía como atarse las botas, de la casa, comprometido y con calidad, cuesta encontrar futbolistas de estos hoy en día, y además un hombre de club, que ha vivido épocas turbias y años dorados tanto como futbolista como después en los campos de entrenamiento y los despachos. 40 años al servicio de un club, casi nada, incomprensible lo de los que mandan en el Valencia.

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