Pocas veces hemos visto tanto olfato de gol en un jugador. El Bati era un delantero espectacular, gran rematador y con una extraordinaria definición. El gol era su seña de identidad, y celebraba sus golazos tal y como jugaba, con energía y pasión.
Jugó para Newells de dónde pasó a River Plate, pero Passarella no contó mucho con él, y siendo todavía muy joven fichó por Boca Juniors, gracias a que Calos Aimar si vio sus cualidades de hombre gol. Era un jugador letal dentro del área, que la enviaba dentro del marco sin pensar demasiado, un remate aéreo, un golpeo fuerte, un remate acrobático, o un gol oportunista. Siempre estaba ahí, con el gol entre ceja y ceja, y fue durante muchos años uno de los mejores goleadores del mundo.
En 1992 llegó a Europa para jugar en la Fiorentina, donde se convirtió en el jugador referencia durante los años 90. Sonó para el Barcelona varias veces pero no abandonaría Florencia hasta el año 2000 cuando fichó por la Roma, club con el que consiguió ganar el scudetto. En en 2003 jugó para el Inter de Milan antes de tener un retiro dorado en Qatar. Incansable, todavía practicó su otra pasión, el polo. Cuando dejó de correr y cabalgar estaba tan fatigado que pidió que le amputaran las piernas, por suerte nadie le hizo caso.
Qué golazos ha metido Batistuta ¡madre mía! y quién pudiera verlo hoy rematando balones imposibles, y celebrando sus goles con tanta energía como lo hacía.
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