El Barcelona intenta reconstruirse después de la tocata del Bayern que provocó la casi marcha de su capitán que optó por mandar un burofax antes de salir a dar la cara tras la humillante derrota. Tras dos semanas de especulaciones, ayer salió en bermudas y chancletas a decir lo que era cada día más evidente, que se queda porque no se puede ir. Mientras el torbellino informativo de la marcha de Messi tapaba cualquier otra noticia deportiva, en el “nuevo Barça” Ronald Koeman se ponía el mono de trabajo y comenzaba los entrenamientos. No ha llegado solo el neerlandés, para su gran aventura azulgrana cuenta con Schreuder (el de las Tortugas Ninja no, otro) y con un ex-futbolista muy querido en el Camp Nou, el sueco Henrik Larsson.
Hijo de Francisco Rocha, natural de Cabo Verde, Henrik Larsson nació y creció en Helsingborgs, Suecia, adoptando como primer apellido el de su madre.
Debutó a finales de los 80 en el Högaborgs de donde pasó al Helisngborg en 1992 para atiborrarse a goles. Era rápido, astuto, tenía una gran definición y un poderoso remate. Además su visión de juego permitía dar pases en bandeja a sus compañeros con solo un toque magistral, con algún recurso técnico como un taconazo, un pase de espuela o una impredecible asistencia con el exterior. El delantero determinante pero generoso que todos quieren en su equipo.
En 1993 fichó por el Feyenoord, allí siguió marcando goles y contribuyendo a que el club de Rotterdam ganara dos copas de los Países Bajos. En 1997 optó por fichar por el Celtic de Glasgow donde con su carisma y su habilidad goleadora encajaba a la perfección. La relación amorosa Larsson-Celtic fue una de las más grandes que un aficionado puede recordar. Fue ídolo y leyenda en Glasgow, donde anotó goles de todas las maneras posibles. Goles que celebraba con esa sonrisa que llevan siempre puesta los que se divierten con la fiesta del fútbol.
En 2004, y ya siendo un veterano, aterrizó en el Camp Nou de Barcelona; en un equipo plagado de estrellas Larsson aceptó un rol diferente, y el actor secundario Henrik volvió a ganarse a la afición y con su oportunismo crear un nuevo perfil de futbolista dentro de una plantilla (muy apreciado por cierto), aquello que se conoce como “estilo Larsson”.
Obtuvo premio, su entrada en los últimos minutos en la final de Copa de Europa de 2006 fue determinante y permitió al Barcelona levantar su segunda orejona, y al sueco completar su palmarés con el máximo trofeo continental a nivel de clubes. Todavía le dio tiempo al aventurero Henrik de jugar en el Manchester United, y volver al fútbol sueco para retirarse en los mismos equipos con los que había llegado al fútbol, el Helsinborgs y el Högaborgs.
Doctor honoris causa por la Universidad de Strathclyde de Glasgow por su contribución al deporte y la beneficencia, Miembro del Imperio Británico por su aporte al fútbol en el Reino Unido, y sobre todo Henrik Larsson, un buen tipo y un triunfador al que muchos descubrimos en los cromos del mundial del 94, con sus rastas y su cara de yogurín. ¿Ayudará el estilo Larsson a calmar un vestuario que arde?

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