Seguimos con la semana de fútbol pelón y hoy vamos con un personaje muy poco recordado por sus goles pero cuyo cromo se ha convertido con el tiempo en un cartón de culto, no precisamente por su belleza. Recordamos a Ivica Mornar.
Con aspecto de alienígena llegó Mornar en 1996 al Sevilla para sustituir a su compatriota Davor Suker que había fichado por el Real Madrid. Venía procedente del Eintracht de Frankfurt donde el enorme delantero había marcado la friolera de un gol. Por su estatura, por su look imponente, y por la cantidad de goles que marcó en pretemporada a equipos menores, todos esperaban un rendimiento espectacular del nuevo fichaje.
Pero la realidad fue muy diferente, Ivica Mornar dejó un pobre registro de 2 goles en 11 partidos. Mejor actuación tuvo el año siguiente en segunda con el Ourense, y sin duda su mejor nivel lo alcanzó en la liga belga, con el Standard y con el Anderlecht, donde rindió por fin como un killer. Jugó también en el Portsmouth y el Rennes, pero allí tampoco cuajó el croata. Un cromo feo, pero de nuestros preferidos.
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