Antes que nada, pedimos perdón por el retraso, pero el pasado fin de semana estuvimos todo el equipo de Odio el Fútbol Moderno en Logroño buscando el rastro del extinto Club Deportivo Logroñés, charlando con sus gentes y, claro, tomando mucho (demasiado vino). Repasamos el fútbol actual riojano, recordamos mil anécdotas y jugadores que ya habían desaparecido de nuestra memoria, hablamos con algún ilustre que ahora es frutero, o quesero, y discutimos entre nosotros sobre el significado de “jugar bien”, ¿qué significa jugar bien? La pregunta del millón.
Para nosotros jugar bien es llevar la iniciativa, y hacerlo en campo contrario, es superar líneas y generar ocasiones de gol, jugar bien es ganarse los olés de la grada y provocar que esta prácticamente vea el partido de pie, también valen los jugadones individuales, ganar disputas, asfixiar al rival, recuperar la pelota con rapidez, ser el dueño del esférico y no andar detrás de él. Y sobre todo, jugar bien es dar pases, lo dicen los benjamines cuando pierden, “es que no la pasamos”.
A veces hay que volver a la infancia para verlo todo como corresponde.
Vale que la velocidad, el sentido y el criterio de los pases, harán jugar bien a un equipo, pero de ahí a que vuelvan las “giliestadísticas” modernas de pases para decidir si el Barça de Setién jugó bien, pues cómo que no. Porque se cargaron a Valverde y llegó Setién al Barça tras la Supercopa de Arabia Saudita, y volvieron con él los contadores de pases. Sí, son ellos, los mismos que sacan los mapas de calor y el porcentaje de asistencias que da Messi entre los minutos 66 y 77, que es cuando mejor juega el enano. Son ellos, los que cuentan las calorías que ha perdido cada uno de los futbolistas del terreno de juego para decidir quién ha rendido bien y quién no.
El Barça de Setién jugó su primer partido, realizó mil y pico pases como en la época de Cruyff, generó tan pocas ocasiones como en la era Valverde, y ganó al quedarse en superioridad numérica como en los tiempos de Guardiola. 1-0 al Granada, entre bostezos, con un gol de Messi en el 76, claro, en sus mejores minutos según la “giliestadística”. Qué no le pase al Barcelona como aquel año en que Leo Benhakker sustituyó a Radomir Antic cuando el Real Madrid era líder y campeón de invierno, pues en el fútbol y en la vida ya sabemos que todo vuelve.
El Real Madrid volvió a ganar y lo volvió a hacer con polémica. Primero presentó a su afición la Supercopa de Arabia Saudita, con pasillo incluido del Sevilla, y luego el partido se convirtió en un duelo de esos que puede ganar cualquiera y que se puede decidir en cualquier decisión que se tome desde el rincón del V.A.R. donde a veces da la sensación que están tomando cañas, fumando porros y jugando al PES en vez de estar por lo que tienen que estar. Gol anulado al Sevilla = polémica, gol dado al Sevilla = polémica, y dos goles de Casemiro para callar a cualquiera que se atreviera a decir que el Real gana con ayudas. El Real Madrid lleva una buena racha de resultados, y de juego, sí, porque la pasan.
Los dos grandes de nuestro fútbol, continúan líderes y abren brecha, ninguno de sus perseguidores consiguió ganar, el Atlético perdió 2-0 en Eibar sin generar casi, la Real Sociedad cayó contra un Betis que jugó de maravilla, y el Valencia cayó con estrépito ante un Mallorca que salió como un vendaval. Todos estos resultados los aprovechó el Getafe, que el viernes se había llevado claramente el derbi contra el Leganés por 0-3. Un Leganés que va a sufrir de lo lindo sin En-Nesyri, fichado en este mercado de invierno por el Sevilla. El Getafe escala dos posiciones y ya está a dos puntos de Champions, pero juega mal dicen, porque no hace casi pases.
Athletic y Celta empataron a uno en un partido que solo dejó contento a Patxi Salinas, a los vascos les jode perder este tipo de puntos en su estadio, y a los gallegos les supo a poco, pues se adelantaron en el marcador y además Santi Mina falló una de esas que si las fallas en el patio del colegio te canean. También empataron Osasuna y Valladolid en el Sadar, el estadio rojillo ya no es tan inexpugnable como al principio, y el Chimy Ávila no puede hacerlo él siempre todo (yo que sé, no vimos el partido, estábamos comiendo pinchos en Logroño, donde por cierto, no son muy de Osasuna).
El Levante sigue con crisis de juego y resultados, y es una lástima porque con ese portero que tienen podrían ganar a cualquiera. Perdieron en casa ante el Deportivo Alavés, con un gol de Aleix Vidal, que sigue jugando a pesar de rajar del entrenador, es lo que pasa cuando los equipos están necesitados.
Y necesitado estaba el Espanyol y llegó el Pitu Abelardo al club Perico y todo se ve de otra manera. El chino ha traído a Raúl de Tomás, RDT que le llama la prensa moderna, y con un gol suyo y uno anterior de David López, el Espanyol sacó 3 puntos de Villarreal, a pesar de jugar la última fase del partido con diez. Todavía son colistas los pericos, pero ya no se sienten los peores, sube el cohete.
La gente de Logroño nos ha mostrado una gran añoranza por el fútbol que vivieron en una época que empieza a ser lejana. Murió un equipo que entre muchos dejaron morir, no queda ni rastro de él, ni una placa, ni un pequeño museo, tan solo el recuerdo de las gentes que después de una guerra fría y una guerra civil optan ahora por dos vías totalmente antagónicas. Es necesario para la ciudad tener un equipo al menos en Segunda. Odio el Fútbol Moderno fue allí con unas cuantas cámaras para recordar batallitas y mostrar el lado más romántico de unos aficionados que nunca perderán la ilusión por revivir los tiempos pasados. Paso a paso, pase a pase.

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