Jornada 2: Romanticismo

Miquel Sanchis

24 de agosto y ya tenemos dos jornadas de liga superadas. Me está costando la vida escribir, porque esta segunda jornada me ha pillado en fiestas de mi barrio, y claro, en mi aciago domingo todo lo contemplaba con resaca. El fútbol, como mi sueño, ha pasado por mi fin de semana a ráfagas. Y al final entre tanta información nacional e internacional he intentado sacar conclusiones que puede que me valgan para el futuro. Me levanté el lunes con dolor de huesos y observé que el único equipo capaz de ganar los dos primeros partidos del campeonato habia sido el Atlético de Madrid, el actual campeón, y que desde el principio se presupone el rival a batir. Ayer también el Sevilla logró ganar su segundo partido y ya es líder. Se viene Liga igualada, ojalá los dos grandes (que ya no lo parecen tanto) vuelvan a celebrar clasificarse a una final de copa.

El domingo, cuando me acosté, cansado de toda la semana de tralla, el Real Madrid iba venciendo al Levante. Me hubiera quedado siguiendo el partido pero el que pone los horarios de la Liga nunca piensa en los resacosos, y los párpados se me cerraban por mucho ímpetu que pusieran los del carrusel. Me fui a dormir, y ya el lunes por la mañana mis legañosos leyeron que en el Ciutat se jugó un auténtico partidazo y que finalizó 3-3. Que Vinicius debe haber entrenado este verano y que ha encontrado el botón de definir con calidad. Si antes erraba más que una escopeta de feria, el otro día las marcaba a peticiones, a lo Romario, a lo Quaresma… y a punto estuvo de liarla más, porque rozó el hat trick en una acción donde el portero del Levante acabó expulsado. Entonces vino un momento de esos que ocurren de vez en cuando y que uno intentaba desde hacía años, y con conducta obsesiva, que sucediera en el FIFA. Que se metiera un jugador de portero. El defensa Rubén Vezo levantó la mano y se puso los guantes armado de valor para defender los palos durante ocho minutos que se preveían de agonía. Menos mal que levantó la mano, porque el siguiente paso era ver a todos los jugadores del Levante corriendo hacia el larguero al grito de “el último que toque palo se mete”. Grandes jugadores se han tenido que poner los guantes. Arbeloa por ejemplo, con la selección. Y también otros conocidos: Lucas Ocampos, Samuel Eto’o, Harry Kane, John Terry, Rio Ferdinand, Jean-Pierre Papin, Francisco Javier Farinós o Felipe Melo, este último hasta logró parar un penalti, en su época en el Galatasaray. Increíblemente, el Real Madrid no chutó a puerta en esos últimos ocho minutos de partido. Nadie se atrevió, o no pudo (no lo sé, no lo vi) hacer un Zalazar.

El partido del Real Madrid era el típico que te salvaba Cristiano Ronaldo, otro de los protagonistas de la jornada. Por lo visto, el portugués tampoco es feliz en Turín y quiere salir de la Juventus. Por ello, parece que pidió no ser titular el otro día contra el Udinese. Algo que no entiendo mucho, ¿pide no ser titular porque se quiere ir? No encuentro el sentido por ninguna parte. El caso es que el partido estaba picado, y Cristiano tuvo que salir como revulsivo. En el minuto 94, con 2-2 en el marcador, el portugués anotó un espectacular gol de cabeza y se fue corriendo hacia un lateral a celebrarlo, se quitó la camiseta (algo a lo que tampoco nunca he encontrado ningún sentido) y fue abrazado por sus compañeros. Pero el V.A.R revisó la jugada y se lo anularon por un milimétrico fuera de juego, de esos que se anulan ahora, por tener una uña o un taco de la bota más adelantado que el último defensor. No subió el gol al marcador y Cristiano, el infeliz, sintió que tanto éxtasis no había servido para nada. A estas alturas, ya nos hemos acostumbrando a que en el neo romanticismo moderno se celebren más los no goles que los goles. Lamentablemente, en la búsqueda de la justicia se pierde demasiado tiempo. Te duermes. 

Otras noticias que me impactaron durante la cansada tarde-noche del domingo fueron los incidentes durante el Niza-Marsella de la liga francesa. Los ultras locales se enfrentaron a los jugadores del OM, primero lanzando cosas desde la grada, después a piños sobre el terreno de juego. A veces el fútbol moderno también muestra lo peor del fútbol de antes, que no siempre estaba lleno de romanticismo. 

Pero hubo noticia romántica este fin de semana. Y vino de la mano de un futbolista español: Borja Valero. El fútbol, de vez en cuando nos trae alguna anécdota al estilo de Tittyshev. El futbolista español se encontraba sin equipo desde que colgó las botas en la Fiorentina. Precisamente unos seguidores del club viola, cansados del fútbol-negocio fundaron en 2010 un club de fútbol propiedad de los socios llamado Centro Storico Lebowski. El lema de dicho club es “creer en un fútbol romántico” y se rige por las mismas normas que el Unionistas, el Ceares, el CAP Ciudad de Murcia, el United of Manchester o el AFC Wimbledon, o sea, según la corriente denominada Fútbol Popular. Pues bien, resulta que a modo de broma el Centro Storico Lebowski anunció el fichaje de Borja Valero por las diferentes redes sociales. Borja, al entrarse, indagó en la cultura, historia y valores de un club tan singular y se ha ofrecido para hacer la broma realidad. Jugará en las catacumbas del fútbol toscano y además colaborará en la escuela del club formando al futuro, los pequeños Lebowskis. Un retiro que recuerda a los tiempos de antes. Todavía hay historias románticas en el fútbol moderno. Todavía hay pasión, y esperanza. Gracias Borja Valero, uno di noi.