El 6 de noviembre de 1991, un testarazo en el último suspiro daba la clasificación al Barça en una difícil eliminatoria contra el Kaiserslautern.Era la Copa de Europa a eliminatoria (quien pasaba disputaba la liguilla de acceso a la final), el partido de vuelta disputado en Alemania se había convertido en un auténtico infierno y cuando todo parecía perdido, Bakero remató una falta lanzada por Koeman a la olla que sorprendió a la defensa alemana. El Barça se clasificó, y meses después ganaría su primera Copa de Europa.
Y es que Bakero era especial, hermano de muchos hermanos, apuntaba a pelotari, pero se formó en la Real Sociedad, donde jugaba de delantero centro. Era un luchador, su entrega, su pundonor y su personalidad le hicieron fichar por el Barcelona de Cruyff (aunque hay una teoría que asegura que lo fichó Clemente junto a los otros vascos del Dream Team).
En el Barça se convirtió en un centrocampista recuperador de balones, famoso por su pase atrás, pero que se incorporaba con facilidad al ataque a rematar balones como el de Kaiserslautern. No fue el único testarazo que dio en aquellos tiempos, en el recuerdo otro gol in extremis al Valencia en un emocionante 3-4. De los pocos jugadores que hemos visto salir del Barcelona por la puerta grande, pues todavía nos acordamos de la gran ovación que le dio el Camp Nou cuando decidió retirarse en los Tiburones de Veracruz. Un jugador que dio tantas alegrías y que siempre lo dio todo en el campo merecía una despedida así.
Por su aspecto a lo Rambo, por sus gemelos, por sus piernas arqueadas y por aquel gol de Kaiserslautern será siempre recordado en la historia de nuestro fútbol. Bakero, contigo empezó todo.
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