Se lo merecía, la pelota entró, lo vimos todos menos los árbitros (cosas del fútbol de antes) y crecimos recordando el no gol de Míchel.
Míchel es todo un personaje que ha dejado incontables anécdotas para nuestras charlas de fútbol. Además de aquel gol fantasma ante Brasil, dio nombre a aquel maravilloso videojuego de Dinamic Software que fue el precursor del PcFútbol, también fue el prota de una de las imágenes de la Liga que nunca se olvidan aunque pasen los años, su estrategia en los córners, el “me lo merezco” en Italia 90 o las frases que soltaba cuando hacía de comentarista: “si llega a entrar es gol”.
Pero sobre todo Míchel fue un estupendo futbolista. Formado en la cantera del Real Madrid, formó parte de la Quinta del Buitre, debutando en 1982 en el primer equipo madridista y defendiendo la camiseta blanca hasta 1996, cuando se marchó al Atlético Celaya mexicano a retirarse tras una exitosa carrera. Casi siempre con el 8 a la espalda, ver jugar a este centrocampista era un placer, levantaba a los aficionados del Bernabéu de sus asientos cada quince días con sus regates mágicos, sus quiebros y esos centros precisos que remataba a placer el primero que pasaba por allí. Por su singular clase, quedó en el cuarto puesto del balón de Oro en 1987. Un gustazo de futbolista, aunque con un carácter especial, que le propició algún que otro enfrentamiento con los técnicos.
Cuando dejó el fútbol se puso a comentar los partidos de la selección junto a José Ángel de la Casa, ayudando a que ver los partidos de la selección no fuese tan aburrido. Después se puso a entrenar, ha dirigido al Rayo, al Castilla, al Getafe, al Sevilla, al Olympiacos griego, al Olympique de Marsella, al Málaga y pasó por Pumas de México (precisamente en el país de las maravillas sufrió una injusticia futbolística tal día como hoy) y muy pronto lo veremos sentado de nuevo en el banquillo del Getafe. Se merecía aquel gol, pero en aquella época a España siempre le pasaban cosas.
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