Este señor nacido en un pueblo de difícil pronunciación de Polonia comenzó su carrera como delantero a mediados de la década de los 60. Con los años se convirtió en un demoledor delantero y referencia del Odra Opole donde anotó goles de todo tipo.
Paralelamente a su modesta carrera como futbolista, el delantero se enamoró de la portera de la selección polaca de balonmano, Barbara Jez, quien dio a luz a su hijo Miroslav en junio de 1978. Justo en aquel verano de cambios, a Josef le propusieron fichar por un equipo de la segunda división francesa, el Auxerre, y la familia se aventuró y se mudo al país galo. Allí, los goles y el oportunismo de Klose ayudarían a que el Auxerre de Guy Roux comenzara a hacer historia al ascender a la Ligue 1. Además, el simpático delantero se quedó en el equipo en la máxima categoría y el club le trajo a sus colegas y compatriotas Szarmach y Wieczorek.
Pero Josef decidió fichar por un club de la cuarta categoría francesa, el FC Chalon, pues ya con treinta y tantos prefirió dedicarse a educar a su hijo también en lo que al gol se refiere. Colgó las botas en 1984 y la familia aprovechó sus ascendencia germana para mudarse en 1987 a Alemania Occidental, a la ciudad de Kusel, donde el pequeño Miroslav creció rodeado de fútbol hasta convertirse en uno de los mejores delanteros de los últimos tiempos. Tras una larga carrera en que lo ganó casi todo, colgó las botas en la Lazio hace cuatro días y después estuvo como asistente en el cuerpo técnico del Bayern de Munich. Miroslav Klose ha sido un goleador tremendo, supo aprovechar los consejos de su buen padre.
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