Uno de los delanteros que más destacaron en la Liga en la década de los 90 fue Juan Eduardo Esnaider, “el Gardel de la Romareda”.
Un tipo peculiar Esnaider, que llegó al Real Madrid con 17 años como la gran promesa de Argentina, y demostró tener gol y mucho carácter. Jugó en el filial madridista alternando algunos minutos en el primer equipo hasta que en la 93/94 fue cedido al Real Zaragoza. Allí se convirtió en uno de los mejores delanteros de la Liga, un delantero con mucha definición, con garra, al que veíamos enseñar los dientes y festejar con rabia cada gol. Marcó muchos, el Zaragoza se lo quedó en propiedad, y se convirtió en uno de los ídolos de la afición maña. El Real Madrid lo recompró tras la consecución de la Recopa en 1995, aunque después de una temporada mediocre del conjunto blanco, Esnaider fue traspasado al Atlético de Madrid.
Su paso por el Atleti estuvo lleno de altibajos, tuvo buenos registros, pero se le recuerda aquel penalti fallado ante el Ajax de Amsterdam, que pudo haber dado el paso a los rojiblancos a unas semis de Copa de Europa. Jugó después en el Espanyol, y fichó por la Juventus de Turín para remplazar a Del Piero que tuvo una larga lesión, aunque no tuvo éxito en Italia. Volvió a Zaragoza para salvar con sus goles al club maño de un descenso no exento de polémica. Después se convirtió en un trotaclubes buscando un club donde acomodarse, jugó en el Porto, River Plate, Ajaccio, Real Murcia y se retiró en Newell’s Old Boys.
Con la selección argentina siempre estuvo a la sombra de delanteros ilustres como Batistuta, Caniggia o Hernán Crespo, aun así disputó tres partidos y anotó tres goles.
Probó sentarse en los banquillos y fue técnico del filial del Real Zaragoza, del Córdoba, del Getafe y del JEF United Chiba japonés. Su hijo Juan también juega de delantero.
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