Juan Pablo Sorín es uno de esos futbolistas que siempre nos viene a la memoria cuando pensamos en futbolistas melenudos o en personajes que se parecen a Jesucristo. El argentino, además de ser un buen jugador en sus tiempos mozos, ha destacado también por su acercamiento a la cultura una vez colgó las botas.
Debutó profesionalmente en Argentinos Juniors y muy joven fichó por la Juventus que vio en él unas condiciones enormes. Cabalgadas por la banda, técnica y mucho coraje y pundonor, advertían de un futuro glorioso para Sorín. Pocas oportunidades tuvo en Italia, y volvió a Argentina para jugar en River Plate entre 1996 y 1999, época gloriosa en los millonarios. Después estuvo unos años en el Cruzeiro brasileño y volvió a intentarlo en Italia, esta vez en la Lazio.
A pesar de ser un fijo en la selección argentina, no parecía adaptarse al fútbol europeo, aun así, en el mercado de invierno de la temporada 2002/03 fichó por el Barcelona. Al finalizar la temporada se marchó al PSG, y un año después, en 2004, fichó por el Villarreal, donde jugaba su amigo Riquelme, con el que formó parte del equipo que alcanzó las semis de Champions en 2006.
Jugó después en el Hamburgo, y finalmente volvió a Brasil para retirarse en el Cruzeiro donde siempre fue ídolo. Actualmente es comentarista, sabe de fútbol y es muy activo en twiter, donde deja constancia de su pasión por el fútbol, de su singular visión de la sociedad y de lo cultivado que está en materia de filosofía, literatura y música (de la buena). Un tipo solidario y carismático, capaz de pintarse la barba de color azul.
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