Sergi Aljilés
“If you like to gamble, I tell I’m your man
You win some, lose some, all the same to me”
Ace of Spades
Lemmy Kilmister-.Motörhead
Como una gran encerrona planteó, aquel ya lejano 14 de mayo de 1980, Don Alfredo la final de la añorada Recopa. El València enfrentaba a, tal vez, uno de los mejores Arsenal que se vio en la historia. El equipo londinense jugó más de 70 partidos oficiales aquella temporada, quedando cuarto en liga, y perdiendo 2 finales, la Community Shield, la FA Cup (contra el West Ham, en aquel momento en segunda) y llegando a la tercera con la urgencia de rematar con un título una excelsa temporada. Y esto lo tenía bien presente el técnico argentino cuando, contra toda lógica, cambió la forma de jugar de su equipo y planteó un partido a “cara de perro”. Para empezar, pidió a Kempes, el mejor jugador mundial, un sacrificio. Iba a jugar de 9, de ariete, porque así 2 defensas nunca subirían al ataque. Una posición en el campo que Kempes hacía años en la que no jugaba, una posición que no le gustaba. La defensa ordenada, medios contenidos y jugar a no perder.
Eso se cocía en el vestuario, mientras la afición xe preparaba su desembarco en Bruselas. Aunque ya habían jugado 3 finales europeas, realmente esta era la primera vez que se realizaba un desplazamiento masivo al extranjero, ya que la Copa de Ferias era a doble partido, y la que fue a final única, se celebró en Barcelona y contra el Zaragoza ( allí donde estés, portugués Campos, no olvidamos). La capital belga ofreció atractivos turísticos suficientes para el disfrute de los valencianos, aunque, desgraciadamente, también los ofreció a los ingleses. El fenómeno hooligan estaba en su pleno apogeo, y la violencia descontrolada, mezclada con la magnífica cerveza belga, fue una combinación desafortunada que padecieron cientos de aficionados. No me extenderé más en esto, mejor que yo lo contó Lahuerta en su Balada. Lo que sí es remarcable es que por primera vez vieron los valencianistas la forma de animar inglesa, de canticos y bufandas, de la que se tomó buena nota. Igual que los sajones pudieron “disfrutar” de nuestras tracas y masclets.
Pólvora de la que el estadio Heysel, escenario del partido, se convirtió en un pequeño Mestalla. Este, como diría Matias Prats, exceso pirotécnico pareció molestar bastante a las autoridades presentes, y los responsables de la UEFA amenazaron con suspender el partido si no paraban. Como era normal, los mensajes de megafonía, en inglés, resbalaban bastante en el fondo copado de senyeres. Tuvo que bajar un directivo del València, Salvador Gomar, a dirigirse a sus paisanos en su lengua para detener la orgia de tracas. Hecho histórico, pues fue la primera vez, desde tal vez la II Republica, que los valencianistas oían un mensaje dirigido a ellos en valenciano procedente de su club. Huelga decir que a ese mensaje si hicieron caso.
El encuentro trascurrió como Di Stéfano lo había trazado en su cabeza. Equipo atrás, pasas cortos y seguros para buscar el desplazamiento largo a Kempes, con una media que anulaba a Brady, considerado el cerebro gunner. Pudo funcionar si Kempes llega a marcar la primera oportunidad del partido (y única que disfruto el Matador) o la aún más clara de Bonhoff. Destacarón por encima de los demás los centrales Arias y sobretodo Tendillo, que pese a su juventud fueron los mejores sobre el verde. También Pereira tuvo un par de buenas intervenciones durante los 120 minutos de partido y prórroga.
Así llegamos a la primera tanda de penaltis que dilucidaría de dicha manera a un campeón de Europa. En el sorteo, nosotros tiramos primero. A asegurar, la saeta elegió a Kempes, un verdadero seguro, pero, que esta vez falló el lanzamiento, o mejor dicho Jennings se lo paró. En palabras del Matador: <<estaba tieso, no toqué bola durante el partido y me hinché a correr>>.
En ese momento, en el que si marca el rival, todo se te pone cuesta arriba, Pereira voló sobre la línea de gol deteniendo el disparo de Liam Brady.Las dos estrellas de los respectivos equipos fallaron. Continuaba el 0-0-
En una tanda así hay sitio para que asuman responsabilidad todos los jugadores, y así lo hicieron Solsona (de tiro fuerte por la escuadra),, Pablo (ajustado al palo), Castellanos (que pegó un zambombazo al larguero, golpeando en la cara interior y entrando en la portería) y Bonhoff (lanzamiento que debería ser de obligatorio visionado en cualquier cantera de futbol, el portero ni le dio tiempo a moverse). El Arsenal también marcó sus 4 lanzamientos, aunque Pereira rozó 2 de ellos.
Al llegar a la llamada “muerte súbita”, entre las filas valencianistas parece que entró un poco el síndrome de la avestruz, de esconderse de la mirada del míster, tuvo que ser Arias, el aún joven Richard, el que se ofreciera a lanzar. Cuentan que el argentino le dijo: <<¿va usted a lanzarlo señorito?, pues vaya tranquilo que lo va a marcar>>. El camino hacia el punto de castigo, Ricardo pensaba que lo tenía que meter, que no sabía cómo, pero que entrar, entraba. Y así fue, le pego con el alma, seco, raso, a un metro del portero, que le pasó por debajo del cuerpo. Ventaja.
Ahora era el turno de Rix para los gunners, verdadero mito para la afición inglesa. Hubo un momento, cuando se acercó al balón, de vacile, simulando lanzar directamente. No quiero imaginar cómo le sentaría eso a Pereira, lo que si sabemos es que adivinó el lanzamiento y frustró al rival. Para la historia el paso tranquilo del guardameta, sin casi darse cuenta que esa parada suponía el título que el capitán Saura levantó al cielo belga. <<Fue importante la intuición porque los penaltis, si están perfectamente tirados, no se pueden parar>>, declaró Pereira al finalizar, palabras proféticas, que tuvimos que padecer 21 años después.
En palabras de Nick Hornby, <<que jodido es ser de un equipo que a veces gana>>. Esas palabras me golpearon profundamente cuando leí “Fiebre en las Gradas”, ser de Arsenal, un equipo que siempre está ahí, siempre piensas que puede ganar cualquier titulo, pero que el 99% de las veces los pierde o no llega. Lo entendí porque es lo mismo para el València, Siempre pensamos que podemos ganar, tocar metal…y casi siempre no llegamos a nada, pero cuando lo hacemos lo celebramos como si fuera el último día de nuestras vidas. No podemos hacerlo de otra manera. Ese día nos salió bien, otras veces no salió y nos saldrá mal. Eso es el futbol, ¿no?.

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