La Naranja mecánica de Rinus Michels y Johan Cruyff de 1974

Pedro J. Lendínez

Stanley Kubrick tuvo buen atino al dirigir y producir la llamada Naranja mecánica en el año 1971. Enamoró a la crítica del momento y no tuvo demasiada complicación para estar nominada a cuatro premios Óscar incluyendo mejor película, aunque por supuesto, no ganó ninguno. Y es que en esta historia no vamos a hablar de vencedores a los que la historia les otorga su propia pluma para transmitir su devenir, tampoco vamos a hablar más cine, ya que es otro arte el que a nosotros realmente nos importa. En esta historia vamos a hablar de fútbol (total), nos vamos a trasladar a Países Bajos, que no Holanda, de la mano de la creación de Rinus Michels y los pies y la cabeza de un tal Johan Cruyff.

Países Bajos no pasaba su mejor momento futbolísticamente hablando, y no se clasificaba a una fase final de Copa del Mundo desde la realizada en Francia en 1938 que dio como campeón a una Italia que dominaba bajo la capitanía de Giuseppe Meazza, sí, son 30 años sin estar en la cita más importante del mundo del balompié.

Entra aquí una pieza clave en la historia del fútbol mundial en pocas ocasiones reconocida, Rinus Michels, un antiguo jugador que despuntó en el club de sus amores, el Ajax de Ámsterdam, club donde jugó desde 1945 a 1958, aunque por lo que será recordado para siempre será por su faceta de entrenador.

Y es que como director técnico logró levantar la Copa de Europa de nuevo con su Ajax, además de la liga española y Copa del Rey con el Fútbol Club Barcelona, que comenzaría así su idilio con los tulipanes, para terminar desembocando en la Selección de Países Bajos que venía rejuveneciéndose bajo la batuta de Cruyff.

Así llevó su denominado “fútbol total” a las filas neerlandesas manteniendo dos conceptos claros: posesión prácticamente total haciéndola efectiva a través de triangulaciones rápidas para llegar a la meta contraria y duras presiones tras pérdida en campo rival, ya que ningún jugador mantenía una posición definida, sino que siempre dependían de los movimientos de sus compañeros y rivales para mantener una estructura fuerte a pesar del desgaste físico que eso supone. Y es que también fue una revolución a la hora de la preparación de estos jugadores, con un cardio muy superior a los conjuntos de la época, Países Bajos se movía como un bloque mecánico, que no dudaba en sacrificar las individualidades para un mayor resultado en conjunto. 

Y es que Michels no buscaba transformar el deporte más bello del mundo en un soporífero “tiki taka” de Hacendado que se sigue vendiendo como la mayor revolución por los campos españoles, y no, no es una crítica a Guardiola, ya que este fue uno de los pocos aprendices que llevó al límite las enseñanzas de su maestro, y hablando de maestros, todo gran técnico debe tener una extensión natural en el campo, y el de Michels no era otro que Johan Cruyff.

Homónimo de su entrenador por aquella época, Johan disfrutó con el Ajax en su también ciudad natal hasta la temporada 73/74, que no sin polémica, fichó por el club blaugrana para terminar moldeando el club según su mentalidad llegando a desembocar en lo que el conjunto representa hoy en día.

Así llegaría de nuevo Países Bajos a un Mundial, el de 1974, que se realizaría en Alemania Occidental con la Brasil de Pelé como vigente campeón, con un once titular en el que resaltaban nombres de la talla de Johan Cruyff, Johnny Rep, Ruud Krol, Johan Neeskens o Rob Ressenbrik.

La Primera fase no fue un problema, y logró pasar en primera posición por encima de Suecia, Bulgaria y Uruguay otorgando un solo empate ante Suecia por el resto de victorias. En la Segunda fase del torneo también arrasó, y esta vez ante conjuntos del nivel de Brasil, Alemania Democrática y Argentina, para citarse en la final con Alemania Federal y la historia un 7 de julio de 1974 en el Estadio Olímpico de Múnich.

Comenzó bien la contienda al perforar a través de pena máxima Neeskens la portería de Alemania Democrática, aunque el desastre llegaría en el minuto 25 con el empate de Breitner y el posterior gol de Gerd Müller para arrebatar el oro al combinado de Cruyff.

Aunque el fútbol siempre otorga revancha, pero no regala nada, y bien lo pudo comprobar una Selección de Países Bajos, ya sin Cruyff por motivos de seguridad ni Michels, aunque sí con su legado, en la final del Mundial de Argentina en 1978, donde de nuevo el combinado naranja volvería a caer, esta vez ante la Argentina de Mario Kempes, en lo que parece ser un capricho del destino que sigue encabezonado en enterrar la famosa afirmación acerca de que la historia siempre la cuentan los vencedores.

Tal es la magnitud de la revolución en el juego que propuso Michels que la historia le sigue haciendo honor a la Selección de Países Bajos liderada por Johan Cruyff, y muchos son los descendientes de este fútbol total que el propio Cruyff mantuvo en el banquillo de los conjuntos de sus amores, Ajax y Barcelona. Algunos de estos descendientes consiguieron su juego con éxito y otros sin él, lo que es innegable es que la mano de aquella Selección de Países Bajos perdurará en el alma de cualquier conjunto que quiera brillar tratando al esférico como  lo que es, la pieza fundamental del deporte que nos apasiona.

Ilustración Miquel Sanchis

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