Luis Miguel Ramis Monfort

Ya comienzan los despidos y los bailes de entrenadores, en Segunda, el Tenerife no ha comenzado como esperaba y un viejo conocido se sentará en el banquillo del Tete: Luis Miguel Ramis, que ya fue jugador del club en los 90.

Ramis destacó por ser un hombre a un balón pegado en su Tarragona natal, y sus actuaciones en el Nàstic le llevaron en 1991 al Real Madrid, donde reforzó la zaga del equipo filial. Sus 190 centímetros le convertían en un poderos defensa central que dominaba el juego aéreo y que además de ser contundente, sacaba el balón jugado elegantemente. Benito Floro lo hizo debutar en el primer equipo blanco en la 92-93, temporada en que conquistó la Copa del Rey, y disputando el espigado defensor algunos minutos de dicha final.

A pesar de su progresión y de que gozaba de minutos en el Real Madrid, en 1994 fue utilizado en la operación que llevó a Fernando Redondo a Chamartín, y Ramis se marchó al Tenerife, donde se afianzó en el once y tuvo actuaciones destacadas. En 1996, el Real Madrid decidió recomprarlo para utilizarlo de nuevo como moneda de cambio en el fichaje de otro crack, el croata Davor Suker. Así que Ramis se fue a Sevilla, donde no pudo hacer nada por salvar una temporada desastrosa de los de Nervión. 

Con el descenso del Sevilla a Segunda, fichó por el Deportivo de La Coruña. Una terrible lesión de peroné lo apartó durante mucho tiempo de los campos de fútbol, y su carrera se truncó. Aunque formó parte de la plantilla que ganó la Liga del 2000, Ramis salió cedido al Racing en 2001 para volver a disfrutar de minutos. A partir de entonces se convirtió en un trotaclubes del fútbol español. Volvió a Tarragona para jugar en el Nàstic en segunda, y después jugó en el Racing de Ferrol, San Sebastián de los Reyes, Pegaso Tres Cantos y se retiró en 2006 en el CD Cobeña. 

Como técnico ha destacado en las categorías inferiores del Real Madrid, tras dirigir al cadete y al juvenil se hizo cargo del filial en 2016, cuando Zidane pasó al primer equipo. Estuvo después en el Almería, y el último banquillo que ocupó fue el del Albacete, demostrando el gran entrenador que es un buen entrenador.

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