Pedro J. Lendínez
Si buscas en la web de cáñamo.com comprobarás que un Makanaky es uno de los nombres del instrumento favorito del fumeta, un porro de toda la vida, aunque a nosotros lo que nos apasiona es el fútbol, y si hay algún futbolista que pudo hacer realmente magia sobre el verde, ese fue Cyril Makanaky, centrocampista, un poco fumeta y un tanto mago.
Makanay nació en Douala, Camerún, allá por el año 1965, aunque su carrera futbolística le llevó a recorrer los campos de Francia, España, Israel y Ecuador, además de defender la camiseta de la Selección de Camerún, con la que llegó a disputar los octavos de final del Mundial de Itala de 1990 frente a la Inglaterra de Paul Gascoigne y Gary Lineker, Mundial que finalmente terminaría levantando Alemania Federal.
Bajo la posición de centrocampista ofensivo, volante como le llamaría Bilardo, disputó encuentros defendiendo la camiseta de conjuntos como el Sporting Toulon Var, RC Lens o algunos de los nuestros como Málaga y Villarreal antes de pasar por el Tel Aviv o finalizar su carrera en Barcelona de Guayaquil, en Ecuador.
Y es en la ciudad de la Costa del Sol donde comenzó su idilio con el verde, ya que su desempeño por la Rosaleda no pudo igualar a aquel Málaga de Isco, Joaquín y Cazorla que si no llega a ser por algún árbitro escocés podría haber disputado la semifinal de la Champions League, ya que nuestro protagonista hizo mejores relaciones en los aledaños de la Rosaleda con algún que otro camello que con sus propios compañeros de vestuario.
Así se terminó haciendo un nombre en algunas de las zonas conocidas de Málaga, y era tan normal verlo con un cigarro un tanto peculiar en la mano que a través de la guasa malagueña decidieron bautizar al instrumento como un “Makanaky”; y con todo hecho en Málaga, puso rumbo a Villarreal, otro equipo que si no llega a ser por el penalti de Riquelme, también habría jugado una final de Champions League, y es que nuestro querido camerunés tiene buen ojo.
Su fichaje por aquel Villarreal de Segunda tampoco se pudo catalogar de estrella, y ya en declive pasó por unos cuantos conjuntos más para terminar recayendo en Barcelona de Guayaquil, aunque la jugada allí tampoco le salió bien.
Según palabras del futbolista, el conjunto ecuatoriano le debía una cantidad cercana a los 200.000 dólares, así que optó por contactar con un chamán de su país para que cayera una maldición sobre el club como si del Benfica se tratara, para colgar las botas en el año 1998, y es que se podría decir que se retiró haciendo magia tras su buen paso por el césped.
Así, aunque Barcelona de Guayaquil levantó el título liguero en el año 1997, no sería hasta el año 2012 que el club más grande de Ecuador levantara el siguiente, y entre medias, se cuenta que muchos de los aficionados ecuatorianos recurrieron a brujos quechuas para romper el maleficio que Cyril Makanaky posó sobre ellos.

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