La Romareda abrió sus puertas el 8 de septiembre de 1957 y uno de los primeros que hizo saltar de alegría a los aficionados con sus goles fue Marcelino, integrante de los llamados “Cinco Magníficos” y recordado también por anotar el gol más importante de la historia de la selección antes de los tiempos modernos.
Con la camiseta del Real Zaragoza anotó 73 goles en Primera División, 29 en Copa y 20 en competiciones internacionales, una barbaridad de registros que lo auparon a ser considerado el máximo goleador de la historia del club maño. Los goles los marcaba de todos los colores, pero tenía un don especial para anotarlos de cabeza, al igual que otros grandes delanteros de cuando el fútbol era fútbol: Zarra, Kocsis, Santillana… de sus remates imposibles (a pesar de medir 170 centímetros) el más recordado es el del tanto a la Unión Soviética en la final de la Eurocopa de 1964, con aquel remate acrobático a centro de Jesús Pereda, ante tres torres soviéticas, a seis minutos del final, sin duda alguna su momento de gloria.
Pero La Romareda ya llevaba años acostumbrada a los goles de Marcelino, a Zaragoza llegó tras pasar por el equipo de su pueblo natal, el Numancia de Ares, por el Galicia de Mugardos y por el Racing de Ferrol, de donde lo fichó el Real Zaragoza en 1959 como centrocampista. Convertido en delantero, maravilló junto a Canario, Santos, Villa y Lapetra, y fue ídolo de la afición en las diez temporadas que vistió de camiseta blanca y pantalón azul. Como el resto de los magníficos, su estrella se apagó rápidamente, y se retiró en 1970 con tan solo 30 años. Para entonces ya había ganado dos Copas y una Copa de Ferias con el Real Zaragoza, y la mencionada Eurocopa con la selección. Además, se había convertido en mito de la ciudad, y en el protagonista de un sin fin de leyendas urbanas.

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