Natural de Bell-Ville (provincia de Córdoba, Argentina) Mario Alberto se formó en Talleres Bell-Ville, de donde pasó a Central Córdoba después de mentir en las pruebas y hacerse pasar por un tal Carlos Aguilera. Mintió porque que se había ganado fama con sus goles en la región, y sabía que al técnico de Central Córdoba no le gustaban los futbolistas con etiquetas o recomendados. En Central Córdoba despuntó y en 1974 llegó a Rosario Central, donde coincidió con una buena generación de futbolistas como los hermanos Killer o Aldo Poy, y bajo la dirección de Carlos Griguol se consagró como uno de los mejores delanteros de Argentina. 99 goles en 107 partidos en el club canalla, casi nada.
Afianzado también en la selección argentina, el Valencia se hizo con los servicios del Matador en 1976.
Llegó a Valencia como crack y sus primeros partido no salieron demasiado bien, fue en un trofeo naranja, en el que lo pusieron a jugar todavía con jet lag y el astro argentino decepcionó,no atinó ni una ante el CSKA de Moscú y falló un penalti en el partido por el tercer puesto ante el Hércules, desastroso.
Pero ya en el primer partido de Liga marcó dos goles al Celta y en Valencia comenzó un enamoramiento con un futbolista fantástico dentro y fuera del campo. «No diga Kempes, diga gol» (¿o es al revés?).
La afición disfrutó del delantero melenudo, de aspecto rudo, fuerte, gran rematador, y que podía actuar también en banda izquierda. Un futbolista que se ganó el corazón del valencianismo, y fue clave en la consecución de la Copa del Rey de 1979, la Recopa de 1980 y la posterior Supercopa de Europa.
Con la selección argentina sus goles fueron claves para conseguir el mundial de 1978, que se jugó en su país.
A principios de los 80 aparecieron las malditas lesiones que lo apartaban demasiadas veces de los terrenos de juego. En 1981 salió a River Plate y en 1984 fichó por el Hércules de Alicante. Después jugó en Austria y en Indonesia, y ya prácticamente retirado se enfundó la camiseta de Rosario Central para marcar en una amistoso ante Newells, y la del Valencia para marcar algún golazo al PSV de Romario.
Como curiosidad, le quiso poner de nombre Natasha a su primera hija, el régimen dictatorial de Videla no le dejó a pesar de ser un héroe nacional. Así que pasados unos años le pudo poner Natasha a su segunda hija, un nombre precioso.
Actualmente es embajador del Valencia, club al que ama, como a la ciudad. Kempes es mucho Kempes.
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