Queremos recordar al futbolista que más veces ha vestido la zamarra del “Glorioso” Deportivo Alavés, el argentino Martín Astudillo, que llegó en 1999 a Vitoria siendo un yogurín y que maduró en el conjunto blanquiazul donde jugó durante una década.
Incombustible, con buen físico y con una habilidad extraordinaria para robar balones por la que se ganó el mote de “El Pulpo”, Astudillo recorría la totalidad del campo convirtiéndose en pieza fundamental en la época dorada del Alavés en Primera.
Martín, natural de Mendoza, había jugado en Godoy Cruz y Gimnasia y Esgrima cuando recaló con 21 años en el club de Vitoria. Fichaje rentable, maduró como el buen vino, y jugó 346 partidos en diez temporadas en el club babazorro.
Un centrocampisa poderoso, de trabajo y sacrificio, de los que gusta a los técnicos tener en la plantilla, y un profesional. En sus años en el Alavés vivió el calvario de lesiones graves, momentos intensos como aquella UEFA que se escapó en el último segundo, buenos momentos y malos, abandonando finalmente el club en 2009 tras una cesión a Osasuna.
Jugó después en Rosario Central y en equipos más modestos de Argentina. Un líder dentro y fuera del campo, un capitán, un futbolista que llegó a La Liga sin hacer ruido y se fue haciendo historia. El Pulpo.
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