Hay futbolistas que están predestinados a tener su partido de gloria. Todos recordamos, por ejemplo, a Oleg Salenko y su exhibición en aquel Rusia-Camerún del mundial de 1994. El centrocampista de la Fiorentina Mauro Bressan no pudo estar más inspirado la noche del 2 de noviembre de 1999, cuando en un partido de Champions contra el Barça abrió el marcador con un espectacular remate de chilena. Una acción fruto de la improvisación que fue considerada como el segundo mejor gol de la historia de la competición después del de Zidane al Bayer Leverkusen en la final de 2002. Pero, no terminó la gran noche de Bressan con aquel golazo, ya que después también asistió a Balbo con un espectacular pase de tacón. Su inspiración fue clave en aquel 3-3 que dio el pase viola a la segunda fase de la Champions.
Mauro Bressan se había formado en las categorías inferiores del Milan, donde tenía prácticamente imposible disponer de minutos. Así que se marchó con la música a otra parte y defendió el escudo del Perugia, Como, Foggia, Cagliari y Bari antes de llegar a la Florencia en el mismo verano del 99. Jugó dos temporadas para la Fiorentina y después lo haría en Venezia, Genoa, una segunda etapa en el Como y el Lugano suizo antes de retirarse en el modesto Chiasso en 2008. A pesar de no ser un centrocampista goleador, jugó con regularidad allá donde fue, y anotó un gol por el que siempre será recordado.
Lamentablemente también se le recuerda porque en 2011 fue detenido acusado de pertenecer a una trama de amaño de partidos en Italia. Actualmente parece que pasa de esos asuntos turbios y dirige una escuela de fútbol para niños. Mucho mejor.
Vaya golazo marcó aquel 2 de noviembre del 99.
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