Muchos no lo recordarán, pero Milan Jankovic fue presentado con el Real Madrid el 9 de abril de 1987, en la sala de trofeos del club, firmando un contrato que le unía a la entidad blanca por quince meses. Su llegada fue atípica, en abril, para ocupar la plaza de Jorge Alberto Valdano que era baja por enfermedad. Un mes antes, en cuartos de la Copa de Europa, el futbolista se había enfrentado al Real Madrid con el Estrella Roja, y había dejado muy buenas sensaciones, uniéndose poco después al club que lo había eliminado.
Formado en el NK Maribor, Milan Jankovic era un centrocampista polivalente, de tamaño, que tenía un enorme desplazamiento en largo, de esos que cambian el balón de banda a banda como si no pasara nada. Con su buen control del esférico, su visión de juego y su incansable trabajo, se convirtió en uno de los líderes del Estrella Roja en la década de los 80, hasta su llegada al Real Madrid por petición del técnico Leo Beenhakker que había sido cautivado por el fútbol del serbio.
Con sus condiciones y su elegancia se adaptó en seguida al sistema de juego de aquel Real Madrid de la quinta del Buitre y Hugo Sánchez. En su primer partido como madridista Jankovic marcó el único gol de la victoria ante el Sporting, y ayudó al equipo en esos últimos meses a conquistar el título de Liga.
En agosto se lesionó de gravedad, y se especuló con que abandonaría el Real Madrid, pero contra todo pronóstico se recuperó milagrosamente para comenzar la temporada 87/88 y para enfrentarse en Copa de Europa al Nápoles de Maradona.
Sin embargo, a pesar de sus buenas maneras, su elegancia y su trabajo, no se le renovó el contrato puesto que la plaza de extranjeros era limitada y un tal Bernardo Schuster iba a recalar en el club en el verano del 88. Dejando muy buenas impresiones, y cumpliendo como un señor, Milan Jankovic se marchó a Bélgica, donde jugaría unos años en el Anderlecht.
Un futbolista exquisito, con el talento propio de los futbolistas balcánicos de su época, y por que no decirlo, también con esa tendencia tan común en ellos para lesionarse. Un futbolista ejemplar, que se sacó la carrera de económicas paralelamente a su carrera deportiva y se fue a vivir a Oceanía, y sin abandonar el balón, se puso al frente de la selección de fútbol sala de Tonga.

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