Miroslav Djukic

El 14 de mayo de 1994 es fecha señalada en el deportivismo, aquella tarde todo hacía pensar que el Deportivo de la Coruña iba a conquistar su primer título de Liga. Había realizado una temporada espectacular, y aunque perdió ventaja en las últimas jornadas y el Barça no cesaba de ganar, se llegó al último partido en una situación privilegiada, tan solo había que ganar al Valencia en casa para celebrar el campeonato. Un Valencia que no se jugaba nada más que el honor y que, maletines a parte, el espíritu deportivo le obligaba a no salir a pasearse, había que competir. 

El Deportivo lo intentaba pero no llegaba el gol, mientras tanto el Barcelona ganaba en el Camp Nou al Sevilla. El silencio invadió Riazor cuando en el último minuto del partido el deportivista Nando cayó en el área y el árbitro señaló penalti. La Liga se iba a decantar desde los once metros, y los nervios se apoderaron de los futbolistas. Donato era el especialista en lanzar desde el punto de penalti y había sido sustituido, Bebeto venía de fallar dos recientemente y durante la semana el único futbolista que había practicado desde los once metros junto a Donato era Miroslav Djukic. El yugoslavo sopló, dio un pequeño salto y cargado de tensión ejecutó un disparo suave que el portero González pudo atajar echándose a su lado derecho. La celebración del meta quizás sobraba, no hacía falta celebrar nada, si no consolar a unos futbolistas y una afición abatidos. Riazor se había convertido en un teatro de lágrimas, y Djukic era incapaz de salir por cuenta propia de su escenario. 

Miroslav Djukic jugaba en el FK Rad de Belgrado hasta que en 1990 algún ojeador del Deportivo de la Coruña, que militaba entonces en Segunda, vio en aquel zaguero la calidad suficiente para traerlo a Galicia. Y es que Djukic era todo un mariscal, seguro, fuerte y técnico, que siempre trataba de sacar el balón jugado como los buenos defensas y no recurría al pelotazo. Pronto se convirtió en uno de los líderes del Deportivo de la Coruña, desde su demarcación de defensa central fue pieza clave y uno de los pilares del ascenso a Primera y de los años del SuperDepor que revolucionó la Liga.
Pudo haber escrito su nombre en letras de oro aquel 14 de mayo de 1994, pero el destino le guardaría sorpresas tanto al Depor como a él mismo.

La vida tuvo que continuar, tras una exitosa etapa en el Deportivo donde ganó una Copa al Valencia, fichó precisamente por el conjunto che en 1997, y allí continuó ofreciendo esa maestría de buen defensor. El Deportivo ganó la Liga del 2000 y Djukic declaró “Dios existe. Se lo merecían. Ahora estoy en paz”. Es más, él obtuvo también su recompensa con el Valencia, cuando ganó la Liga del 2002, antes ya había levantado la Copa del 99.

Se retiró finalmente en el Tenerife y cuando colgó las botas se puso a entrenar con diferente suerte. 

Djukic, te queremos.

Cromo Djukic Ediciones Este