No te dejes engañar

Sergi Aljilés

A menudo, la música, se convierte en banda sonora de nuestra vida. Al menos en mi caso, no solo para las buenas experiencias vividas, sino también para soportar las horribles y dolorosas. El pasado día 4 de abril, Domingo de Resurrección, fue una de ellas. A cada minuto que pasaba, me volvía a la mente, una canción del disco “La Gran Mentira” que yo escuchaba allá a finales de los 90s, la canción “no te dejes engañar” de los valencianos Transfer, de un barrio cercano al mío, Benicalap. 

“ser blanco o negro, un extranjero, respeto para todos estaría bien”

Ver la reacción, fuera de sí, de Diakhaby enseguida me hizo pensar que algo muy grave había pasado, algo feo. Un insulto racista o algo parecido. No me podía creer que, además, eso ocurriera en Cádiz, una ciudad que me gustaría pensar que, por muchas razones, no iba a caer en esas cosas.

“Y olvida ya esas ideas, de que eres más que los demás, y acuérdate de aquel dicho: lo que no quieras pa ti, no lo quieras pa los demás”

Parecía, según la retrasmisión, que el jugador Cala le había dicho un insulto racista. Yo no voy a vulnerar la presunción de inocencia del cadista, pero yo creo a Diakhaby, y le creo porque no me cabe en la cabeza que alguien pueda fingir tanto, ni la reacción ni el lenguaje no- verbal que demostraban tanto uno como el otro.

El jugador Mouktar Diakhaby es negro, eso es evidente… ¿cómo alguien puede pensar que ese hecho, acompañado de la expresión “de mierda”, puede ser algo vejatorio? Respuesta: POR RACISMO. Cualquier otra interpretación, de las que todos hemos escuchado estos días, es ser cómplice, es pecar de racista también. Punto. Para esto no hay peros ni dobles varas de medir…o eso pensaba yo.

“basta ya, ya basta ya. No escuches a aquellos que, solo quieren ensuciar, el nombre de la amistad, del compañerismo y de la buena voluntad, pues ellos solo disfrutan, humillando a los demás”

El València, a la cabeza de la acción sus capitanes Gayà y Paulista, abandonó el terreno de juego. Por solidaridad con su compañero agredido. La victima. No podemos olvidarlo. Por primera vez en nuestra liga unos jugadores han hecho un gesto así. Han apoyado a un compañero delante del racismo. Es de honor valorarlo. Es histórico. Es un orgullo como aficionado valencianista ver eso.

Después, ya en el vestuario (no quiero ni pensar en cómo estaría y que sentiría Diakhaby) vino a visitarles, no sabemos si en forma de árbitro, jugador del Cádiz o obscuro directivo de la Liga o Federación, el futbol moderno. La amenaza de la pérdida de puntos, las sanciones, las multas, sonó en las paredes alicatadas violando ese lugar, el templo de cualquier equipo que haya jugado en ese histórico estadio. El propio Diakhaby pidió a sus compañeros que volvieran al césped a luchar, como así hicieron. Porque su compañero lo pidió, como compañeros que son obedecieron con Gayà a la cabeza. No había lugar a discusión. Pero parece qué si la hay para muchos moralistas, repartidores de carnets de buen antirracista. ¿No tendrían que haber vuelto a jugar? Rebátele algo a tu compañero agredido en ese momento.

Aquí tenemos a las segundas víctimas de la jornada. Los jugadores del València que fueron amenazados, cuando desde las altas instituciones se les tendría que haber apoyado, suspendiendo el partido, como si que lo hicieron en el caso de Zuzuluya por llamarle nazi desde la grada. El futbol moderno que tanto nos venden ahí no fue tan moderno precisamente. Pero tampoco viejo, porque antiguamente, por simple vergüenza y limpieza, Álvaro Cervera o el propio Cala habrían pedido el cambio, por limpieza del juego. No fue futbol viejo, fue rancio. A partir de ahí todo lo que que pasó en el partido es superfluo. 

“Con sus palabras, simples excusas, quieren volver hacia atrás. Tú los conoces, son los de siempre, pero la cara no dan”.

Una de las características del futbol que ahora vemos todos, es la cobertura mediática, por imágenes y sonido. En cualquier partido de primer nivel hay un montón de cámaras y micros. No me puedo creer que no haya imágenes y que estas no fueran exhibidas en el mismo día del partido. No me cabe en la cabeza. Parafraseando a Hamlet, algo huele a podrido en Dinamarca.

Si realmente Cala no dijo nada, a mí en ese caso, ni el presidente de mi equipo, ni el lucero del alba, me para para decir mi versión. Primero voy a Diakahby, o a Gayà como capitán rival, a explicar que yo no he dicho nada, y luego a la opinión pública. Sin ambages. Sin esperar 2 días, no quiero pensar que sea para esperar a ver si me han pillan o no. Así que, por estas razones, no te creo Cala, no creo tus palabras en rueda de prensa. Creo a Diakhaby, que salió sin guión y a tumba abierta.

“Nos quieren llevar al huerto, con la grandeza nacional, sueñan con las dictaduras, no te dejes engañar”

Una rueda de prensa donde nunca se te cuestionó. Una rueda de prensa donde hubo preguntas del corte moral más bajo y xenófobo. Preguntas como si usted piensa que esto sienta precedente para que otros extranjeros (esa palabra, en ese contexto) se aprovechen para “montar pollos” y desvirtuar los partidos y la competición. Gente por redes sociales, conocidos o no, apoyándote, dando razones como que “ese es un llorón”, “lo que pasa en el campo se queda en campo”, “chivato”, “que el fútbol es cosa de hombres” (sic).

 Antes dije que algo huele a podrido, pero no es Dinamarca, es España. La sociedad española, y como reflejo, su fútbol. Ningún equipo de la liga ha dado su apoyo a Diakhaby o ha hecho una proclama en contra del racismo, incluso clubs de los que algún jugador suyo también lo sufrió en sus propias carnes. Ningún grupo ultra de izquierdas, de los que se llenan la boca con el against racial prejudice, ha dicho nada. 

Repito, que vaya por delante la presunción de inocencia de Cala, pero que también vaya por delante que hay que estar del lado de las víctimas siempre, y eso parece que se olvida. No quiero ni pensar que esta agresión la tenga que sufrir nadie más, pero me da la impresión que si la agresión la hubiera sufrido Vinicius o Dembelé, el escenario sería muy diferente, igual que si la agresión hubiera ocurrido en Inglaterra, en la premier o la champions.  Tendremos que esperar a que las pruebas hablen por sí solas.

               “No te dejes engañar, no te dejes engañar”