Con motivo del partido entre Alemania y Suiza vamos a recordar a un delantero chiquitín muy difícil de marcar, uno de esos atacantes molestos que siempre saben colarse por el lugar oportuno, un mordedor que a pesar de ser suizo eligió representar a Alemania a nivel internacional.
Nosotros lo conocimos en el verano de 1996, cuando el CD Tenerife era uno de los equipos punteros de Europa y Jupp Heynckes se sentaba en el banquillo del club canario. El técnico alemán quiso incorporar a este futbolista que apenas llegaba al 1’70 y venía de petarlo en el Servette, un tal Oliver Neuville.
Su inteligencia, su velocidad, su astucia y su facilidad para encontrar el camino del gol le valieron para hacer una buena temporada en Tenerife y de ahí pasar a la Bundesliga.
En Alemania, su fútbol fue a más y aprovechó la nacionalidad de su padre para nacionalizarse alemán y jugar con la Mannschaft junto a otros Oliver como Khan o Bierhoff. Fue subcampeón del mundo en 2002 y tercero en 2006.
Sus mejores años los vivió con aquel Bayer Leverkusen que llegó a jugar una final de Copa de Europa.
Un futbolista muy astuto era Neuville, que además sabía jugar y posar a la vez y era capaz de conducir el balón sonriendo a la cámara como se puede apreciar en el cromo.
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