Debutó con la camiseta de River Plate un 11 de agosto de 1996, tenía tan solo 16 y un montón de talento, tanto que si le hubieran respetado las lesiones hubiera estado dando recitales hasta hace muy poco. Pablo Aimar, “el payasito”, aquel menudo futbolista repleto de talento y desparpajo que se ganó el respeto de los aficionados a este deporte por su juego siempre alegre.
Natural de Río Cuarto, provincia de Córdoba (Argentina), Pablo Cesar Aimar destacó como centrocampista ofensivo con una enorme visión de juego, una excelente conducción de balón y un juego inteligente que practicaba con infinidad de recursos. Era rápido, regateaba, daba buenos pases, chutaba de lejos… y sobre todo no perdía nunca esa sonrisa que tanto le agradecía el aficionado. A pesar de su físico, Pablo Aimar destacó por su calidad cuando el fútbol moderno ya empezaba a apartar a los futbolistas talentosos.
De Estudiantes de Río Cuarto pasó muy joven a River Plate, donde pronto se convirtió en una de las perlas del club millonario. Bien asociado con Ariel Ortega, Javier Saviola o Juan Pablo Ángel, Pablo Aimar jugaba y hacía jugar, y se convirtió en pieza clave y líder en el River Plate de finales de los 90 a pesar de su juventud.
En el mercado de invierno del 2000 fichó por el Valencia de Cúper y debutó en Mestalla un día de los enamorados ante el Manchester United. En los primeros balones que tocó ya hizo vibrar el corazón de la afición che, que ese mismo año disfrutó con su juego y con el de un equipo que le faltó nada para ser campeón de Europa.
La era Aimar acababa de empezar, y con Rafa Bénitez llegarían los títulos, con el argentino como estrella se ganaron dos Ligas y una UEFA, Pablo Aimar había conquistado Valencia. Ni hablar de caños, pases mágicos y goles de fantasía. Nacieron “Aimares” en los hospitales valencianos.
Los problemas físicos y esa maldita pubalgia lo apartaban del césped en demasiadas ocasiones, y en 2006 fichó por el Zaragoza para intentar volver a erigirse como líder de un equipo. En La Romareda su rendimiento fue de más a menos, y en 2008 fichó por el Benfica, donde continuaron las lesiones y los altibajos.
Lastrado por las lesiones, Pablito intentaba recuperar la sonrisa jugando a fútbol, estuvo en Malasia, volvió a River Plate y en enero de 2018 disputó su último partido con Estudiantes de Río Cuarto.
“El final es en donde partí”. Con esta bonita frase se despidió un futbolista enorme, el “Payaso” Pablito Aimar, que ha sabido lo que es lograr una Copa del Mundo como asistente de la selección argentina en el Mundial de Qatar 2022.
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