El verano pasado se reestructuró La Masía, Xavi Simons se piró, y en medio del desconcierto azulgrana llegó Patrick Kluivert como nuevo director formativo del Barcelona. Sorprendió la vuelta como formador del que fuera uno de los grandes delanteros del Barça a finales de los 90 y principio del nuevo milenio, pero sus años como futbolista en el Ajax y el Barça avalaban la decisión.
Un año después es el primer equipo el que no encuentra el rumbo. Se despidió a Valverde a mitad temporada, con el equipo líder, por no proponer el fútbol de alta escuela que exige siempre la afición culé, y llegó Setién, reconocido cruyffista que no ha sido capaz de resolver las carencias y que además perdió el liderato y la Liga. Se especuló con el cese del técnico cántabro y esta semana salía el nombre de Kluivert a escena, y dicen que el vestuario aprobaría su llegada, ya sabemos que en este Barça el vestuario debe aprobar las llegadas.
Como futbolista Kluivert destacaba por su juego de espaldas, y por su solidaridad fabricando juego a los atacantes que jugaban a su lado. Tenía un estilo único, con sus partidarios y sus detractores, pero se convertía en una auténtica pesadilla para la defensa enemiga con sus pases impredecibles o con su remate espontáneo.
Con un currículum impresionante, jugó en tres grandes de los 90, el Ajax, el Milan y el Barcelona, marcando el gol de la final de la Copa de Europa del 95 para el Ajax con 18 años y 323 días. Aquel año ganaría el trofeo Bravo.
Su fútbol no brilló tanto en Newcastle, Valencia y PSV, pero Patrick siempre será recordado por su juego único y genuino.
Ha tenido experiencia en los banquillos, como segundo entrenador en NEC Nimegen, en la selección holandesa y en la de Camerún. Además de ser seleccionador de Curaçao o director deportivo del Paris SG.
Patrick, tiene cuatro hijos, Quincy, Justin, Rubén y Shane, algunos más mediáticos que otros, y su protagonismo en el Barcelona va aumentando ¿próximo entrenador?

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