Pieter Robert Rensenbrink hubiera pasado a la historia del fútbol si en el minuto 45 y 14 segundos de la segunda parte de la final del mundial del 78, su disparo no hubiera pegado al palo, y la selección de los Países Bajos hubiese ganado la copa del mundo. De entrar aquel balón, Rob Rensenbrink hubiera vivido siempre del reconocimiento que se merecía por ser un futbolista extraordinario.
No jugó en ninguna gran Liga, destacó jugando en el Brujas y especialmente en el Anderlecht, equipo con el que ganó dos Recopas. Pero, Rob era una auténtica estrella, con cierto parecido a Cruyff, y que pudo haber brillado más, pues iba cargado de clase y talento. Ya quisieran muchos futbolistas de hoy desequilibrar con la elegancia con la que Rensenbrink se marchaba de sus rivales. Este delantero o extremo izquierdo, se las dejaba en bandeja al delantero de turno que solo tenía que empujar la pelotita a la red, si no que se lo digan a René van de Kerkhof que tan bien aprovechaba la visión de juego de Rensenbrink.
En 2015 le detectaron una enfermedad muscular progresiva que terminó finalmente con su vida el viernes 24 de enero de 2020. Tenía 72 años.
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