Muchos futbolistas soviéticos han jugado en la Liga: Karpin, Mostovoi, Radchenko, Zygmantovich, Onopko, Popov… la mayoría, por su carácter, se ganaron a la hinchada. Pero vamos a recordar al primero en llegar a España, un portero legendario, Rinat Dasaev, que en 1988 llegó al Sevilla como estrella mundial y que demostró que las manos no solo las tenía para despejar balones imposibles.
Nunca se han llevado bien los futbolistas y los coches, ni en los tiempos modernos ni en el pasado. Una extraña maldición ha perseguido siempre a los futbolistas al volante, ¿Por qué será?
El tártaro Rinat Dasaev es uno de los que está en la lista de futbolistas que han tenido percances en la conducción de su auto. Cuenta la leyenda que en su etapa como guardameta del Sevilla, su coche acabó en el foso que rodeaba la Universidad de la ciudad andaluza al menos una vez, algo que todavía se recuerda por allí.
Difícil explicar como un tío con las manos tan seguras para blocar balones pudo perder el control de esa manera.
Fue un portero excelente, leyenda del fútbol soviético, guardián del marco de la Unión Soviética en los mundiales del 82, 86 y 90. Medalla de bronce en las olimpiadas de 1980 y subcampeón de Europa en 1988 con su selección. Fue el gran portero del Spartak de Moscú, ganando varias ligas y el sucesor del gran portero soviético Lev Yashin, y mejor portero del mundo.
Iba bien por alto, blocaba bien el balón, tenía reflejos, concentración, posicionamiento… parecía un portero perfecto, sin embargo cuando vino a España tuvo un rendimiento discreto. Los sevillanos le llamaron Rafaé, o el yogur, que cuando se le saca del frío se estropea. Aunque tal vez vino ya mayor, pasados los 30, a un ambiente totalmente diferente al que estaba acostumbrado.
Cuando dejó el fútbol abrió una tienda de deportes y una academia en su país. Es el padre de las gimnastas españolas Elmira Dassaeva y Cristina Dassaeva. A nosotros siempre nos viene a la cabeza con la camiseta de CCCP, que tantas veces se puso.
Una leyenda

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