Después de un entretenido partido de ida, Milan y Estrella Roja se lo dejaron todo para la vuelta en San Siro. Nos encanta esta eliminatoria con sabor a fútbol de finales de los 80 y principios de los 90, cuando serbios e italianos eran potencias mundiales. De la generación de oro yugoslava, uno de los futbolistas más representativos era Robert Prosinecki, al que muchos recordamos en el Real Madrid, Sevilla, Oviedo o Barcelona, pero curiosamente, su paso por la Liga estuvo motivado por una difícil decisión del club lombardo, sí, Prosinecki estuvo a punto de fichar por el Milan.
A muchos nos saca una sonrisa el acordarnos de él, cuando llegó de la mano de Ramón Mendoza como la mejor promesa de Europa para liderar el Real Madrid. Clase tenía de sobra, y su pelo rubio recorría todo el campo incansablemente cuando jugaba en el Estrella Roja, e iba tan sobrado que ganó una Copa de Europa con el club de Belgrado. Fue entonces cuando Berlusconi fue a por él, con la intención de que formara equipo con los Gullit, Rijkaard o Van Basten de la época, y a punto estuvo el rubio de firmar por el Milan, pero los médicos desaconsejaron su fichaje por el club lombardo. La razón fue un problema dental, algo inaudito hasta entonces, que un futbolista de tal calibre no pasara reconocimiento por el estado de sus dientes. En el informe, los médicos italianos desestimaban el fichaje porque al tener la mandíbula alargada y los dientes salidos, los problemas musculares podían llegar en cualquier momento.
El Milan puso pues sus ojos en Savicevic, y Prosinecki acabó pues comprándose unas Kelme y fichando por el Real Madrid, al que llegó como crack, pero efectivamente las lesiones entorpecieron su carrera, y no pudo triunfar nunca en un equipo grande, ni en el Real Madrid ni después en el Barcelona, pero siempre dejó detalles de calidad y de buen futbolista. Enorme fue, en cambio, su temporada en el Real Oviedo, y también pasó por el Sevilla.
Llegó como estrella a la Liga, pero lo recordamos siendo muy humano y cercano, fumando cigarrillos sin complejos y a la vez derrochando simpatía. Es toda una leyenda del fútbol croata, un líder, que las lesiones no respetaron y nos privaron de ver el pedazo futbolista que era.
A pesar de sus problemas, siempre mantuvo la sonrisa.
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