Se está disputando todo un clásico de la Liga entre dos equipos de Madrid y Barcelona, el Atlético y el Espanyol, dos equipos dos equipos con los que jugó de maravilla Roberto Fresnedoso.
Nacido en Toledo, Roberto se crió en Cataluña y fue en el Girona donde comenzó a despuntar. En 1991 fichó por el Hospitalet, filial entonces del Espanyol, de donde dio el salto al primer equipo blanquiazul en 1993. En su primera temporada en el Espanyol logró el ascenso y dejó una imagen para el recuerdo cuando se dirigió al banquillo a que le atendieran una herida en la mano mientras el juego continuaba. El técnico era por aquel entonces José Antonio Camacho, que le espetó algo así como: “Joder Roberto, so no es ná, no me j…” y lo envió de nuevo al terreno de juego.
Ya en Primera División, Roberto nos mostró la calidad que atesoraba en sus botas. Era un centrocampista de porte elegante, buena visión, buen pase, buenos centros y mucha llegada. Su talento no pasó desapercibido por los grandes, y fue el Atlético de Madrid quien se hizo con los servicios de Roberto. En su primera temporada con el club colchonero, ya logró algo histórico, el doblete de Liga y Copa del 96. En su segunda temporada en el Atleti no pudo gozar de tantos minutos y fue cedido al Espanyol, retornando al Calderón en una segunda etapa donde dejó partidos para la historia, como aquella eliminatoria que se marcó contra la Roma anotando un golazo que fue una obra de arte. Sin embargo llegaron los malos tiempos en el Atlético de Madrid, perdió la final de Copa y descendió a segunda en el 2000. Cuatro años después del éxito, había llegado el fracaso.
Roberto se quedó en el Atlético en segunda, luchando por ascender. Cuando al final ascendió, se quedó en segunda para jugar una gran temporada en la extinta UD Salamanca. Volvería a primera, al Real Murcia, pero las lesiones lo apartaban demasiadas veces de los terrenos de juego. Finalizó su carrera jugando primero en el Rayo y después en la Cultural.
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