El primer mundial para muchos de nosotros fue el de Italia 90. Un mundial pobre en juego pero rico en imágenes. Imborrables, permanecen en nuestra memoria las del gran Totó celebrando goles para la azzurra con los brazos abiertos.
Schillaci era un delantero pequeño, astuto, eléctrico, y aparecía de la nada para encontrar el gol como un ratón encuentra un agujero. Sorprendió al mundo entero con su capacidad goleadora en el mundial de Italia 90, donde acudió como último delantero italiano, sin embargo, entró al campo en los últimos minutos de un partido difícil contra Austria, marcó y poco a poco se ganó la titularidad con sus goles. Nacido en Palermo, “El Salvador de la Patria” jugó en el Messina, Juventus, Inter y Jubilo Iwata japonés. Fue balón de Plata en el 90, y con el dinero que ganó en el fútbol y gracias a la tecnología moderna, hoy luce más cabello que en sus tiempos mozos.
No diga gol, diga Schillaci.
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