Sergi Aljilés
“Olha Que coisa mais linda, mais cheia de graçia
E la menina que vem que pasa
Neum doce balanço camino do mar”
Garota de Ipanema- Vinicius de Moraes
Después de la que liaron en Mestalla contra el todo poderoso Inter, en la visita al estadio San Siro (Giuseppe Meazza) no podían dar la sorpresa. Seguramente esto pensaban tanto Luis Suarez como Helenio Herrera. El 2-0 de la ida había caído como un jarro de agua fría en un equipo con trazas de comérselo todo, y lógicamente picados en su orgullo, como locales no podían fallar. Este València es peligroso. Tiene punch y es seguro atrás.
Que era un equipo seguro en la línea defensiva no se decía gratuitamente. Quincoces II (el apellido pesa) y Mestre eran dos centrales como la copa de un pino. Uno joven, cuyo ancestro sonaba como un aldabonazo en los onces endecasílabos de nuestro futbol primitivo. Los Zamora, Quincoces, etc. Mestre, el veterano, hacía honor también a su apellido, ya que de maestro lo tenía todo. De esos defensas que cuentan nuestros padres y abuelos, de esos que si pilaran por medio a Messi o a Cristiano, los partirían por la mitad, sin violencia, a simple poderío físico.
Pero si por algo realmente destacaba el equipo era por su delantera. Waldo y Guillot, brasileño y valenciano, samba y pólvora. La samba que bailaba ahora por Europa reventando redes, literalmente. Pero este ritmo endiablado, de caderas retorciéndose, no se acababa en el dios de ébano ni en el pirotécnic valencià, si no que tenía el contra punto en otro brasileño, un adelantado a su tiempo, que se marcó un partidazo en el césped lombardo. Este era Chicao Dos Santos.
Fichado el verano del 61 (a la vez que Waldo) no pudo ser inscrito en la liga por la limitación de extranjeros que había, y no se le pudo hacer pasar como “oriundo”. Así que solo jugaba en la copa de ferias. Su fichaje se fraguó, como era común en la época, en un Trofeo Taronja. La visita del temible Botafogo de Didí, Garrincha y Amarildo. Se ganó al campeón brasileño, pero impresionó sobre manera un medio izquierdo, alto y poderoso físicamente, ágil y con una velocidad endiablada, de nombre Chicao. Don Julio de Miguel miró a Vicente Peris, y este hizo un gesto de asentimiento, a este el fitxem. Viaje a Brasil y me lo traigo.
Así fue como el míster Balmanya se encontró con un tío que cubría todo el medio campo jugando con la clásica WM. Un posicionamiento que revolucionó el futbol 10 años atrás, pero que ya no se jugaba así exactamente, y tuvo la idea.
“Este chico cubre mucho campo con un despliegue físico impresionante, si lo pongo en el lateral izquierdo, él se basta y se sobra solo en ese lado, puedo ganar un hombre más al medio campo”.
Dicho y hecho. Señoras y señores, estamos ante el primer carrilero de la historia.
Y ese día en Milán los italianos lo comprobaron, se salió, gol incluido, el abrió el marcador en el minuto 3, de esplendido cabezazo. Realmente, los 22 jugadores se marcaron un partidazo para el recuerdo, un 3-3, que primero fue 0-1, 2-1, 2-2, 3-2 y finalmente el empate marcado por José Ficha en el minuto 86. Espectacular. A semifinales en el debut. Menuda resaca de fallas un 21 de marzo de 1962.
La samba de Chicao no se quedó en aquella copa de ferias. La temporada siguiente, asociado a José Sastre por delante, se convirtieron en la banda izquierda de moda del futbol español. Un predecesor de los grandes laterales, carrileros izquierdos que luego vistieron la verde-amarilha, defensas que eran casi extremos.
La danza eterna de la vida fue dura con Chicao. Unos problemas de rodilla al final de la temporada 62-63 lastraron su carrera. Una cesión en el Llevant tampoco le ayudo y volvió a su país hundido y con la carrera acabada prácticamente. El giro trágico sucedió en Brasil. El 18 de agosto de 1968 repostó gasolina en Rio de Janeiro, y al no llevar bastante dinero para pagar el repostaje, dejó en prenda su sortija y reloj al empleado. Al volver para pagar la cuenta, y recuperar los objetos personales, una discusión, palabras duras que se tradujeron en una pistola que sacó el de la gasolinera, disparando 3 veces a quema-ropa, acabando con la vida de Chicao. Murió con 29 años.
Historia triste la del brasileño. Un futbolista que lo tenía todo para marcar una época desde la banda del 3 en Mestalla, que frustró su carrera por una lesión, y dejó su vida en un trágico suceso. Desde tu recuerdo, honraremos tus carreras y tu pundonor. Grande Chicao.
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