Sergey Gennadyevich Shcherbakov

Cherba fue en otros tiempos un prometedor centrocampista ucraniano, de los que llegan con mucha facilidad a portería, y logró ser el máximo goleador del mundial sub 20 que se disputó en Portugal en 1991 y allí, jugando con la entonces Unión Soviética, dejó muy buenas sensaciones.

Con la fama que le dio el mundial sub 20, llegó en 1992 al Sporting de Portugal como petición del entonces entrenador Bobby Robson. Allí coincidió con otro fenómeno y joven promesa mundial, un tal Luís Figo, con el que Cherba hizo una gran amistad. Todo parecía ir genial, se iba adaptando al fútbol luso, y su proyección era tal que ya sonaba como uno de los futuros grandes centrocampistas europeos. Además se estaba encontrando con el gol, como uno legendario que marcó a Beira Mar de impresionante volea.

Desgraciadamente todo se torció un 15 de diciembre de 1993, cuando los futbolistas le habían preparado a Bobby Robson una cena de despedida. Al terminar la cena, el prometedor centrocampista prefirió parar en un bar de la comunidad rusa en vez de volver a casa. A altas horas de la madrugada conduciendo en mal estado y sin cinturón de seguridad, se saltó un semáforo en rojo en la Avenida da Liberdade y colisionó su coche con el de un periodista que acudía a trabajar y que salió ileso. El desenlace fue tremendo para Cherba: no podría volver a jugar a fútbol, ni siquiera podría volver a andar. Tenía 22 años. La triste noticia impactó a la plantilla, Robson dijo de él “le quiero a como un hijo grande. El fútbol ha perdido a un crack”.

A Figo le dijo, “Mis piernas se acabaron; mi vida también. Espero que el sábado ganemos el derbi al Benfica”, y Luís le respondió con gol y dedicatoria en el derbi.

Actualmente vive en Moscú, y con su silla de ruedas y una sonrisa aparece cada vez que el Sporting va a jugar por Rusia o Ucrania. También trabaja con asociaciones benéficas relacionadas con el fútbol y con la parálisis cerebral.