Juan Carlos Unzué no se quiere perder el Sevilla-Osasuna, Kiko y Tilico tendrán sus ojos pendientes en el Atlético-Cádiz y el sueco Tomas Brolin se comerá unas palomitas mientras disfruta del Crystal Palace-Leeds United, sus dos equipos ingleses.
El sueco era un centrocampista con mucha llegada, una extraordinaria visión de juego, técnico y elegante. Lideró a la selección de Suecia durante años, disputando los mundiales del 90 y del 94, conduciendo en los Estados Unidos el juego ofensivo de su selección que logró el tercer puesto. Tras destacar en su país, el Parma italiano se hizo con sus servicios en 1990. Allí coincidió con otros grandes futbolistas como Asprilla, Dino Baggio, Zola o Taffarel. Ganó una Copa, una Recopa y una UEFA con aquel Parma hinchado con el dinero de la Parmalat. En 1995 fichó por el Leeds United, pero empezó a tener problemas con lesiones y con su peso. Su rendimiento empeoró, pasó por Zurich, Crystal Palace, otra vez Parma, otra vez Leeds, y finalmente se retiró en el modesto Hudiksvalls ABK sueco, jugando de portero en su último partido. Tenía 30 años cuando colgó las botas.
Amante de la cocina italiana se montó un restaurante, más tarde fue comercial de boquillas de aspiradoras y se puso a jugar al poker hasta convertirse en todo un profesional de las cartas. Las malas lenguas aseguran que junto al extenista Björn Borg y la cantante sueca Camilla Henemark se montó una juerga descomunal en un hotel de Estocolmo. Sabe pasárselo bien Tomas.
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