Texto Miquel Sanchis / Ilustración http://www.herrralf.es/
No sé que tiene la Ciudad de las Artes y las Ciencias que no me gusta, la evito, la esquivo, ni la miro. Yo lo que disfruto de mis encuentros con la ciudad de Valencia es pasear por las calles bajas del barrio del Carmen, por sus placitas y escondites, adentrarme en su corazón de callejuelas y despistarme por sus bares. Allí, en ocasiones, se huele y siempre se observa el spray que recuperó unas calles llenas de historia, y entre sus mil y tres grafitis que decoran muros, persianas, y fachadas. Hay uno especialmente al que tengo que honrar de rigor en mis andaduras por la ciudad del Turia: “Gracias Escorpión” reza el mural que enseña a un futbolista bigotudo celebrando un gol abrazado entre las redes. En el pecho el escudo del murciélago sobre un fondo rojo con las letras Luanvi y Mediterrània.
Hubiera sido bonito que terminara así una preciosa historia de fútbol colombiano-valenciana, con la ciudad alabando en sus murales a Victor Hugo Aristizábal, junto a Mundo o Kempes. O incluso más, al nivel de veneración que tiene la ciudad de Nápoles con Maradona. Hubiera sido bonito comerse un bocadillo de sepia, o de longanizas con patatas (sí, los valencianos comen así) entre viejos de voz cazallera contando anécdotas de los días gloriosos del escorpión, bajo fotos de la época, su gol al Madrid, al Milan en Champions, su estocada al Barça, la Liga de Victor Hugo Aristizábal. Pero la realidad es la que es, en los bares de las avenidas de Suecia o de Aragón no hay ni rastro del personaje colombiano. ¿Qué ocurrió para que un delantero con tanto instinto pasara con mucha pena y nada de gloria por Mestalla? ¿Qué pudo haber ocurrido? ¿Qué fue del veneno del escorpión?
Marzo de 1994, Valencia en plenas Fallas y Mestalla ardiendo como de costumbre. Paco Roig había llegado al palco y en pocas semanas pasaron por el banquillo Che Héctor Núñez, Paco Real y Gus Hiddink. El primer fichaje de la era Roig, fue Víctor Hugo, que se estrenaría en un marco incomparable: el Santiago Bernabéu, que aquella tarde-noche viviría un duelo que ha pasado inadvertido con el paso de la historia pero que gracias al YouTube podemos rememorar con la voz del gran Miquel Àngel Picornell. Sí, noches de fútbol en Canal 9, el anuncio de Bancaixa, la chilena de la X, Nit d’erotisme y el árbitro siempre en contra del Valencia. Todo hay que decir que, esta vez, y sin discusión, el atraco fue a mano armada, y el gran perjudicado nuestro “Escorpión” Aristizábal, que, a ojos del línier, caía en tantos fueras de juego como balones tocaba. Hasta cuando partía de su propio campo el maldito juez de línea levantaba la bandera. Se desesperó nuestro protagonista, que hubiera comenzado su andadura en la Liga con muy buen pie.
Todavía con jet lag partió como titular vistiendo aquel día de rojo casi grana, y en una de sus primeras jugadas combinó magistralmente una pared con tacón incluido con un todavía semidesconocido Gaizka Mendieta para que el rubio batiera a Buyo con uno de sus inapelables disparos a portería. Ilusionaba el escorpión en sus primeros balones, en un partido raro, de los pocos en que Prosinecki deleitó a la parroquia blanca, hasta marcó (en claro fuera de juego) y creó innumerables ocasiones. También anotó Dubovski, y un tal Álvaro Cervera con un jugadón de los suyos. Hierro, también lo hizo de trallazo lejano y el Real Madrid terminó ganando por 3 a 2 un partido marcado por (como ya hemos contado) los incomprensibles fueras de juego señalados al que estaba llamado a convertirse en el referente del gol del Valencia después de Lubo.
Y es que los registros de Aristizábal asustaban en Colombia. Pareja de baile de Faustino Asprilla fue todo un ídolo para la afición de Atlético Nacional. 206 goles celebró la afición verdolaga al tuntún de las genialidades de un escorpión indomable que también fue leyenda en Brasil, goleando para Sao Paulo, Santos, Cruzeiro, Esporte Clube Vitoria y Coritiba. En Europa, sin embargo, el escorpión se quedó sin veneno, quizás todo hubiera cambiado de mojar en el Bernabéu, quizás aquellos banderazos cambiaron algo más que la historia de un delantero de mucho calibre.
En sus sueños, alguno de aquellos carrerones retratando a Manolo Sanchis terminaba batiendo a Paco Buyo. Pero el infausto línier se cruzó en su real fantasía. Así es la Liga. “Aristigol”, a partir de entonces “Aristifora”, “el mejor futbolista del mundo sin balón”, dijo de él Pacho Maturana, el sabio. Ningún gol en partido oficial, a pesar de tener una buena prima por ello. Malos números para un futbolista que aterrizó ilusionando y se marchó por la puerta del olvido. Valencia no fue tierra para escorpiones, o alacranes. Que más da. No hay recuerdo alguno del paso de Víctor Hugo por los escondites más austeros de la ciudad de Valencia.

Ilustración : http://www.herrralf.es/
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