Si Bulgaria había hecho disfrutar con su juego atrevido en 1994, cuatro años después la selección que se ganó el corazón de los aficionados fue Croacia, una selección nueva, pues ya sabemos que en el mundo se abren y se cierran fronteras constantemente, y si en el 90 había países llamados Yugoslavia, Checoslovaquia o la Unión Soviética, unos años más tarde teníamos que acostumbrarnos a diferenciar Croacia, Eslovenia, Eslovaquia, Letonia, Lituania o Ucrania.
A la mayoría de los futbolistas que integraban el plantel croata ya los conocíamos de cuando jugaban bajo la camiseta de Yugoslavia, aquella que eliminó a España en el 90 con varios integrantes campeones del mundial juvenil en 1987. Una generación de oro, marcada por la guerra de los balcanes que desmembró Yugoslavia, y que a pesar de eso tanto serbios como croatas continuaron teniendo selecciones capaces de llegar muy alto.
Conocíamos a muchos de aquellos futbolistas también por su paso por la Liga, pues allí estaban Robert Prosinecki, Davor Suker, Robert Jarni o Goran Vlaovic además de peloteros reconocidos mundialmente como Zvonimir Boban o Mario Stanic.
Croacia tenía un gran bloque, con talento, con el talento que definía al futbolisa balcánico de los 80 y 90, creadores de juego, finos, con muy buen despalazamiento de balón, pero con cierta tendencia a lesionarse.
Aterrizó Croacia en Francia con su inconfundible camiseta cuadriculada roja y blanca y ganó los dos primeros partidos de su grupo, ante Jamaica y Japón, dos selecciones que empezaban por J y poco más.
Ya clasificados se jugaron el primer puesto con Argentina en el último partido de grupo pero perdieron por 1-0 y se tuvieron que conformar con pasar como segundos.
En octavos un gol de Suker de penalti dio el pase ante la siempre difícil Rumanía, que cuatro años antes había realizado un gran mundial.
Y en cuartos tocaba la roca, Alemania, la que siempre está ahí, la que nunca falla, la temida por todos, y la que mordió el césped del Stade Gerland de Lyon cuando impotente vio como caían los goles de los croatas, Jarni, Vlaovic y Suker, 3 a 0 y Croacia, en su primera aparición en una Copa del Mundo, se clasificaba de manera brillante a las semifinales.
En semifinales Croacia tuvo que medir sus fuerzas con la selección anfitriona, la poderosa Francia de Zidane, Deschamps, Djorkaeff, Henry y compañía… y los croatas se vieron por un minuto en la gran final, pues en el minuto 46 Davor Suker, que estuvo sensacional durante todo el torneo, se quedó solo ante Barthez y lo batió con uno de sus toques sutiles.
No tuvieron tiempo de saborear la ventaja cuando el lateral Lilian Thuram se adentró en el área para establecer la igualada. A veinte minutos del final, otra vez Thuram encaró por la derecha, recortó, y de perfecto zurdazo batió al veterano Drazen Ladic. Dos goles marcó Lilian Thuram en 142 partidos como internacional, los dos que terminaron con el sueño croata de llegar a una final de Copa del Mundo.

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